miércoles, 19 de febrero de 2014

Chorroborro.


Entonces no sabía que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
(Truman Capote – Música para camaleones)





Hoy escribo solo para ti.

Quiero decirte que en este rincón ni siquiera he empezado con la primera historia, que me quedan todas para tu mirada intensa, que las dejaré aquí, una a una, entre materia en construcción y luz de agosto.

Esta no es una página acendrada, ni siquiera una autobiografía, no es un territorio vallado, no hay límites, apenas es un sueño borroso sostenido por el afán de juntar sentimientos, palabras y colores, un intento de contar lo que sé, incluso lo que no sé o no puedo, lo que aún ni siquiera imagino, pero llegará, seguro.

Es decir, un absurdo colgado de un rumor de relojes, irreal como los días bajo los arcos de una plaza nueva, un sueño dentro de otro sueño (algo obsceno, dijo ella).

Cantan los insomnes urogallos de la noche y te digo, sin temor, que estamos condenados a muerte pero que estamos vivos, que a pesar de los presagios nos movemos en recintos de alegría, que no podrán vestirnos de aburrimiento y soledad, que muchas veces tengo miedo, que recurro a ejercicios de mi memoria ensimismada, que me salto el formato, que mantengo el estilo como puedo y quiero –sobre todo –que tu mirada me haga digno, que ahora –como tantas veces- me muerde la nuca una emoción tan intensa, que se diluye lo real, lo cierto y salgo a la calle a buscar lo que venga.






Glup 2.0



Para lectores




Una vez dicho esto doy dos pasos atrás, miro el lienzo y me asombra mi ingenuidad, mi vulnerabilidad, este blog glup (2.0) es apenas un pretexto, un antifaz transparente, se me ve detrás la mueca del pánico, se olfatea la inseguridad por el descaro al presentarme desnudo y no me he acicalado el alma y resulta que siendo tan alegre no sé como escribo estas cosas tan tontas, tan leves, tan pretenciosas que a veces me doy vergüenza yo mismo y rehúyo los espejos rotos, los comentarios que me abruman y eso no me lo dice usted en la calle, que hasta ahí podríamos llegar y muchas veces echo en falta aquellos tiempos en los que beber me desdoblaba y hablaba con mi reflejo desolado pero exacto, con marinos argentinos prendidos de una añoranza, con golfos de la noche a los que enseñaba quién era Larralde mientras apretaban una navaja en el bolsillo, bendita inocencia, con lecturas de André Gide, seguridad entre prostitutas y macarras con ictericia, noches de ron y nubes, siempre era primavera y esta nave ha derivado hacia el estrago de la nostalgia. Y no.

Hasta mañana.



3 comments :

Magnolio dijo...


"...que hasta ahí podríamos llegar y muchas veces echo en falta aquellos tiempos en los que beber me desdoblaba y hablaba con mi reflejo desolado pero exacto...

Y no."

Claro que no!!!

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio que madruga, son ciertos esos tiempos que ondulan entre un antes cada día más lejano y un ahora que florece en mañanas como esta de sirimiri expectante. Todo llega (y todo pasa). Etcétera.
Muito obrigado.

Insomnióptera dijo...

Nunca mis comentarios han tenido la doble intención de abrumarte, querido Pedro (o ya no sé, como que ya lo estoy dudando... habría que preguntárselo para después, quizá, tener que confesarlo) sólo... comunicarte lo que me haces sentir, que es siempre grato. Toda mi gratitud para ti, Pedro. Recibe una caricia desconocida.
Nunca, siempre... no sé qué dije... en fin. Besos!

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