Thomas Bossard (French, born 1971)

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Caja de los Truenos.


El problema de abrir la Caja de los Truenos es que no puede cerrarse.
Permanece abierta de forma indefinida o hasta que un terremoto destruye el paisaje.
Nadie sabe que puede surgir de ella: milagro o catástrofe.
No intentes forzar su cerradura o perderla en una esquina, la Caja de los Truenos vuelve y perdura, se acomoda en el centro del salón y vigila, permanece.
Quise lanzarla a lo profundo y me la devolvió entre sus brazos velludos un habitante de lo oscuro.
Ignórala y te llamará con sonidos melodiosos, guárdala en un armario y te atraerá desde detrás del espejo.
Resiste, con los últimos fríos es posible que se adormezca, que se aletargue, que se diluya en la nieve.
Es
posible que no.

No me olvido, no puedo, lo tengo grabado en la piedra de mi frente. La memoria me funciona bien, de momento, y los riñones, pulmones, corazón, estómago, la risa, los músculos de la esperanza, los párpados guiñan correctamente el gesto cómplice, las manos atrapan al vuelo las palomas negras que odio - pájaro idiota-, las piernas me llevan y me traen ligeras pese a tanto camino recorrido, la cabeza la tengo despoblada por fuera, desierto puro, recargada por dentro, barroquismo extremo, con una idea fija: amor.
Creo que en algún momento me quedé fijo en un pensamiento concreto, monotemático, no quiero saber mucho, quiero sentir mucho, no quiero entender de nada, solo sentirlo en mi piel, corriendo por mi sangre un sentimiento de paz, caliente.

¿Quién dijo miedo? ¡eh!, despierta, ya he terminado. Creías que me olvidaba de este blog. No puedo. Solo es un problema de agenda, de tiempo, de falta de tiempo, libre, de mi corazón también estropeado. ¿En qué quedamos? El mismo de antes, de siempre. ¿Antes de cuando? Siempre ¿no es mucho?

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

(Poemas póstumos – Jaime Gil de Biedma)


7 comments :

Nikté dijo...

Ya no puedes hacer nada, la abriste.
Yo también lo hice, quise saber su contenido y ahora
¿Cerrarla?
¿Cómo?

Anónimo dijo...

No puede ni debe permanecer cerrada, ¿con qué finalidad?, esta bien tener cajitas...pero en realidad sabemos que o la acarreamos para los restos o soltamos lastre, y las cajas no pueden ser lanzadas al vacío desde un globo aerostático, toca ponerse los protectores de dientes, el yelmo, con cota por supuesto, la espada en la mano diestra (que no derecha) y la cristalmina en la mesita de al lado.

Sé que no es lo mismo, jamás me comparo que es muy feo y egoísta y miles de cosas más...yo tuve que abrir una de mis cajas ante licenciado, después de cinco años o te sumes en la mierda o empiezas a calzarte los pies de gato y escalas sin mirar abajo. Y las cajitas que me quedan son familiares, cálidas incluso, conocidas hasta el extremo, cerradas de vez en cuando, otras veces dejo que estiren las patas los demonios y fantasmas, y depende del día hacemos un remigio o, si hemos cobrado, un póker.

Lo veo en jóvenes, en no tan jóvenes, en adultísimos, en abuelos... necesitamos una fruta cerca, una que nos haga sonreir, con la que pelearte, que te diga te quiero (siendo o no de Murcia) y que nos caliente los pies.

Pero que duro es dar ese puto paso...(cada uno lo tiene en una fase distinta).

Eh! el día que empiece a hacerle caso a mis majaderías...jajaja, me río yo!

Otra vez un comentario eterno, lo siento mucho Pedro, en serio! Me voy, con perro marciano yayete (no se puede tener todo en esta vida, pero yo si ;P).

Un besito de ánimo.

Pedro M. Martínez dijo...

No se puede Nikté, lo he intentado de todas las maneras.
Es imposible.
Envío dos cartas a New Cork y si me devuelven soluciones te lo comunico ¿sí?
Vale.

Pedro M. Martínez dijo...

Ánimo, Maduixeta, me das ánimo.
Así, como que no quiere la cosa.
Y sonrío, levemente, apenas una mueca.
Qué demonios sacarás de lo que dejo aquí.
Qué perfil.
O sombra.
Demasiadas palabras, montañas de palabras, agg, un horror.
Ven, vamos a sacarnos una foto (arrímate más, tranquila, es para dar mas realismo al instante, como si nos conociéramos de antes ¿hay antes?).
Flash.
Espera, repetimos.
Flash.

Mira que bien hemos salido, esa de los botones verdes eres tú, estás muy guapa.
Ese otro, el que está movido, soy yo.
Milagros de la fotografía, debe ser cosa del revelado.

Y ahora me cubro con la manta y sigo pidiendo. No te molestes, cada uno tiene su trabajo (todos no, por desgracia), sus aficiones, su manera de divertirse. Escribir sobre arena en el desierto es sencillo, prefiero escribir sobre nieve, de granizos, de osos polares, de esquimales, amor entre esquimales, dentro de un igloo (no me corrige Gates, Bill), sobre amor, claro, es lo más sencillo, el otro tiene que entenderte, ponerse en tu lugar, es más complejo que lo que parece a primera vista.
Por ejemplo, lo de los porcentajes, cuanto ocurrió en el año del cometa, cuanto no, cuantas mentiras hay que sumar para imitar una verdad (“¿me quieres?”- preguntó John, cinco minutos antes de irse para siempre)(“lo nuestro es imposible”- que dijo Esther antes de dejar tu maleta (o la mía?) en el descansillo, piso tercero, número diez, avenida de la soledad, ciudad...una cualquiera, Murcia o Baracaldo, Ponferrada o Muxía.

Maduixeta, cariño, ¿sabes jugar al mús? Pues tres envido a mayor y órdago a pares (si los tienes). Rápido, rápida, que se acaba el domingo y hace tanto frío, que me esperan los libros en la mesilla, que me muerde la impaciencia del lunes (llegará, verás).

Con lo sencillo que sería mirarse a los ojos y suspirar.

Como decía anoche, en la sobremesa, con los cuba libres: a mi también me gusta la ternura, después.
Y las chicas se escandalizaban (con razón).

Entonces alguien apagó la luz y aquí no hay quien se aclare.
Hasta mañana (ven, tengo un cuento precioso)
Mis besos.
Y el agradecimiento, claro.
Claro.

Anónimo dijo...

Eso, ¿quien dijo miedo?

A lo Jackie Chan.

Pisa con fuerza Pedro, que te escucho yo los pasos desde aquí...

Anónimo dijo...

Órdago a la chica!!!

No...no sé jugar al mus...te sirve el remigio francés y/o español?

¿Y si jugamos al ajedrez?, soy mala...

Ya está!!

¿Te hace un "cluedo"? Me pido la Srta. Amapola...(es que no me acuerdo de más, excepto el profesor Mandarino, y como creo que serías una buena fruta...estas de temporada).

Besito de donut de chocolate, mini, que hay que cuidar las curvas.

Pedro M. Martínez dijo...

Maduixeta paso a chica y no llevo pares.
Conocía a la señora Celeste, al padre Prado, al coronel Rubio ¿a qué cluedo jugabas tú?
Y sí, miedo nunca.
Ale, trabaja, guapa.

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