sábado, 22 de noviembre de 2008

La revolución del mundo interior

Qué ocurriría si esos dibujos que su hijo o usted hacen obsesivamente en una libreta cuadriculada se expusieran en un museo al lado de las grandes obras del arte? Hasta hace 30 años causarían risa, pero hoy probablemente serían considerados bastante más en serio de lo que usted cree.

Se le atribuye al crítico Roger Cardinal la definición del término arte marginal, para designar toda la ingente producción de obras que el establishment cultural artístico no consideraba obras de arte. En realidad, el nombre fue una traslación del término art brut, cuño que pusiera el artista francés Jean Dubuffet tiempo atrás para hablar originalmente de las obras concebidas por los enfermos psiquiátricos. Roger Cardinal amplía el término a cualquier representación de artistas autodidactas, posean alguna patología psíquica o no.

El artista outsider, casi siempre sin ser consciente de ello, deconstruye el sistema de valores por el cual una comunidad juzga lo que es y no es arte, asumiendo que todo lo que posea un estilo propio y único es una manifestación artística. Históricamente, el arte siempre fue cualquier actividad desempeñada con singularidad, ya fuera la pesca, la doma de toros, la costura o la pintura. Es en la modernidad, a partir del siglo XVIII, cuando comienzan separarse el Arte y la artesanía, se crean tratados de una nueva rama del conocimiento llamada Estética, Kant y Hegel teorizan largo y tendido sobre el tema, y llegados al romanticismo ya se tiene preparado todo el terreno para designar como arte a algo que se entiende que es Alta Cultura, Bellas Artes, una laica religión, o lo que es lo mismo: el arte es algo hecho por blancos occidentales, mentalmente sanos, y fundamentalmente varones; cualquier manifestación salida de ese canon o no existía o era considerada propia de enfermos mentales. Con la llegada de la posmodernidad, en torno a mediados de los años setenta, y en parte gracias a las ideas del pensador francés Michel Foucault, y más tarde de Lyotard, se pone de manifiesto el valor de la multiculturalidad, la legitimación de lo que hasta entonces se había considerado “baja cultura”, y el reconocimiento de la diferencia como un valor a tener en cuenta, producto de una sociedad de consumo que asume que no hay una Verdad sino verdades, que no hay Cultura, sino culturas; hay un carácter desacralizador que convierte en arte todo aquello que la sociedad de consumo consensúa que es arte, sin más. El arte ya no es sólo una cosa hecha por el varón mentalmente sano, occidental y blanco. Es en ese momento cuando los coleccionistas y galerías de prestigio comienzan a hacer caso al arte marginal, al extrarradio. Un ejemplo paradigmático fue el caso del afroamericano Basquiat, quien pasó de vagabundear y pintar en la calle graffitis y camisetas a codearse con Warhol y ser considerado un genio de la pintura de los años ochenta.

Un espaldarazo importante para la legitimación del arte marginal ha sido la existencia del American Folk Art Museum, así como la muestra exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, a comienzos de los años noventa, bajo el significativo título High and low: modern art and popular culture, que aglutinaba a muchos de los autodidactas hoy famosos. De gran relevancia fueron las exposiciones Parallel visions: modern artists and outsider art, (1992), en el Angeles Country Museum of Art, y Mundos interiores al descubierto, en la Fundación La Caixa, Madrid, exposición que toma el título de un poema de Rilke para dar cabida a los otros mundos que están entre nosotros, pero silenciados: personas marginales, delincuentes, enfermos mentales o simplemente más excéntricos de lo que la sociedad considera como aceptable. El gran interés de las dos exposiciones consiste en confrontar las obras de éstos con las de artistas históricamente consagrados.


Muy raros y rompedores

Ferdinand Cheval (1836-1924). Caso paradigmático de artista marginal. Empleó 33 años en construir lo que él denominaba el palacio Ideal. El francés Cheval trabajaba de cartero. Un día de 1879, mientras hacía su ronda, tropezó con una piedra que, según aseguró, por su forma y características fue la inspiradora del palacio. Por la noche volvió a ese lugar a por más piedras. Durante los 33 años siguientes se dedicó a recoger piedras de forma “agradable”, aprovechando su ruta de cartero. Se las metía en los bolsillos, y al final utilizaba una carretilla. En una placa inscribió: “10.000 jornadas, 93.000 horas, 33 años de esfuerzos”. Lugar inhabitable, fruto de lecturas sin esquema y sueños angustiosos, posee capillas, laberintos, rosetones, cascadas, columnas, salas inútiles, frutas y árboles de piedra, todo remite al cielo y al infierno. Quiso ser enterrado en su palacio, pero las autoridades se lo prohibieron, entonces dedicó los días que le quedaban a construirse un mausoleo en el cementerio de Hauterives, en la provincia de Drôme, donde está enterrado. El palacio fue declarado en 1969 patrimonio cultural.


Daniel Johnston (1961). Músico y pintor de culto, nacido en Sacramento, California, hijo de cristianos fundamentalistas. Diagnosticado de una grave enfermedad mental, su primer internamiento se dio la misma noche en que la MTV le dedicara un programa. Ha grabado 26 álbumes, cientos de canciones en casete, y posee miles de dibujos en libretas en los que representa a sus héroes: Capitán América y The Beatles, pero como antropomórficas criaturas tocando un piano para niños. Se dio a conocer en la época en que regalaba sus grabaciones en casete en las calles de Austin. Músicos de reputado prestigio han mostrado su admiración por quien consideran un “genio de la pureza”. La fama le sobrevino cuando, en 1992, el fallecido cantante de Nirvana, Kurt Cobain, salió en la televisión con una camiseta de Daniel Johnston. Inmediatamente, miles de jóvenes de todo el mundo empezaron a preguntarse quién era ese hombre. De él se cuenta que tras una grabación empujó a una anciana desde un segundo piso, ya que “estaba poseída por el diablo”. En estos últimos años sus biógrafos lo ubican en Houston, en el garaje de la casa de sus padres, rodeado de montañas de cómics, donde, según afirma, se pasa el día componiendo canciones, fumando cigarrillos y soñando. En 2006 fue incluido en la Bienal del Whitney Museum of American Art, todo un hito, referente y esperanza para tantos otros artistas marginales. Se mantiene gracias a una estricta medicación.

David Nebreda (1952). El artista madrileño David Nebreda constituye quizá el caso más radical de obra y vida outsider, lo que en su caso son la misma cosa. Su obra consiste en series y series de autorretratos, nunca manipulados, hechos en la más absoluta reclusión, que suelen remitir a temas religiosos, siempre cargados de un claro simbolismo ascético, y con una fuerte presencia del autocastigo. Nebreda pinta con su propia sangre, y utiliza sus propios excrementos. Una de sus obras más conocidas es la de su rostro cubierto por excrementos, que acumuló durante tiempo en su nevera con ese fin.

Nebreda lleva una vida absolutamente aislada, no sale de su casa de dos habitaciones, no ve la televisión ni lee periódicos, no mantiene contacto social con absolutamente nadie. Diagnosticado de esquizofrenia, hace años que ha renunciado a cualquier medicación. No consume droga alguna ni legal ni ilegal, y lleva una estricta abstinencia sexual. Con una técnica fotográfica impecable, sus autorretratos son casi lo único que conocemos de él. No es el paradigma del artista “loco” y arbitrario. Al contrario, su vida es una mecánica organización. La crítica liga su tratamiento de las formas y de la luz a la obra de El Greco. La exposición individual que se le dedicó en París en 2000 lo dio a conocer al mundo como quizá el artista outsider vivo –conocido– más importante. Lo más probable es que ese dato Nebreda ni lo conozca.

(De El País)


8 comments :

gaia07 dijo...

Lo que realmente me maravilla del art brut después de reconocer esa capacidad de expresión única, es la evolución de la sociedad admitiendo las diferencias, admirándolas o criticándolas, sin demonizar ni esclavizar al cómo y quién se manifiesta.
El mundo va mejor de lo que sospechaba, sin gritos y sin luchas, se silencia a aquellos que pretenden estandarizar a las personas haciendo que dejen de pensar y renuncien a formas de expresión propias.

Yo sin embargo estoy viendo un mundo maravilloso con tus pupilas.
Un abrazo.

mjromero dijo...

Además del artista se necesitan ojos que sepan ver.
Buenas noches.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, no sé cómo podíamos vivir antes de este invento.
Recuerdo vagamente que leía, iba al cine, al teatro, viajaba.
No sabía quién era Anna Caterina Antonacci , ni Daniel Johnston.
Ahora sé quién es toda esa gente.
Pero creo que no sé quién soy yo.
Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

alfaro, ¡es la cooosa! Que gritan los cantantes de salsa.
Buenos días.

Anónimo dijo...

"Todo lo que posea un estilo propio y único es una manifestación artística". Me parece una buena definición.
Pedro, muy interesante esta información. Y gracias por citar la fuente.

D. Shandy

Pedro M. Martínez dijo...

D. Shandy, siempre cito las fuentes.
(menos en las fotografías, lo sé. Pongo tantas que no doy abasto)

Unknown dijo...

Me maravilla la diversidad!!!!

Mira que me fui a google y le di :
David Nebreda , fabuloso, original, exquisito en su dolor!! y de ahi me lei varios articulos sobre su obra, ahora ancle el barco en la pagina de un autor semejante segun un a de sus biografias: Joel Peter Witkin el con modelos ----

Me gusta la diversidad si!!!

Siempre gozo de leerte y aprendo!! Mira que afortunada !!

Besito vivo y mordelon!!

Pieladentro

Pedro M. Martínez dijo...

Piel, descubrí a David Nebreda en una exposición sobre la Melancolía, en Berlín, hace 3 años. Me impresionó muchísimo. Toda la exposición.
Besos de descubridor (de tu Piel)

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