Montañas y montañeros
Éramos jóvenes. Escalábamos montañas, trepábamos por pendientes escarpadas. Abajo nos observaban las negras simas, el vacío.
Las cordilleras nos desafiaban. Con gran compañerismo zigzagueábamos entre aristas cortantes, dándonos ayuda y colaboración en los desfallecimientos, sobre rocas inmensas, piedras singulares, oxígeno enrarecido, nieblas que ocultaban la realidad del llano, grandes pájaros que siempre estaban más arriba, con el desafío de llegar a la cima.
Éramos jóvenes. En aquellas excursiones aventureras guardábamos la secreta ambición que en lo más alto nos esperase una mujer desnuda.
Al bajar de las cumbres, satisfechos, cansados, también ansiábamos que nos esperase una mujer desnuda.
Nunca nos esperaron.
Ni siquiera vestidas.
Por eso, entre otras cosas, cambiamos de actividad y nos lanzamos a un deporte mas arriesgado, ser hombres.
Seguimos entrenando.
2 comments :
¡Qué imagen más preciosa! País Vasco, sin duda, por la forma de las casas jajaja tú, como los yihadistas, que tras un atentado les prometen les esperan en el cielo 11.000 vírgenes… cómo sois… los hombres! ; ) Aunque no creas, algunos como mi hermano, lleva escalando desde los 11 y ahora que ha pasado de los 50 sigue.. es más, creo que seguirá subiendo si hace falta en silla de ruedas ; )
Abrazo grande!
Querida María, hace mucho que no vas al País Vasco, eso es Suiza (por lo menos). Será por montañas. No sé cómo son los hombres, yo, escribiendo, utilizo tópicos y a veces alguna realidad. Una mujer desnuda en una cumbre es un ejercicio de buena voluntad creativa, pobrecilla si tiene que estar desnuda ahí arriba, con el frío que suele hacer, esperando que lleguen cuatro zumbados que no tienen otra cosa que hacer que trepar riscos imposibles. Otra cosa es cuando bajas (del monte), ahí ya está en el mutuo (para desnudarse digo) consentimiento (aunque baja uno del monte como para fiestas). Buen humor y este abrazo, para ti.
Publicar un comentario