Io en Roma
Hace demasiado tiempo de todo.
Creo que lo he leído en alguna pared.
También leí en Roma, Io, letras de tiza, anónimas, qué o quién era Io, qué mano lo dibujo, sabiendo o sin saber, allí, leyendo, mirando alrededor, esperando, iluso, ver aparecer debajo, a un lado, a una sonriente Io, ella mirándome “sí, soy yo”, dedos romanos manchados de polvo, dedos corriendo por las paredes amarillas, dedos señalando el nombre, Io, y luego calle del Corso adelante perder los recuerdos amistosos, justo en la estrada que lleva a Trevi, bulliciosas calles con puestos de libros, corbatas, paraguas, pintores de spray, rollizas vendedoras de pimientos y fruta.
Un día estuve ahí y mi alma estaba rota, mi cabeza vacía, arrastraba los pies y la existencia.
Un día estuve ahí y alrededor la vida sonreía.
Hace tanto tiempo de todo.
Un día amaneció y las calles se llenaron de flores.
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