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Repito que no es este el sitio, aunque esté lleno de estorninos que dibujan nubes negras, de estatuas de sal y premoniciones, de viento silbando por los corredores desiertos de un edificio sin alma, sin una silla donde se pueda sentar la ausente, el fantasma de un tiempo enterrado, tú. Me ato los pulgares para no escribir lo que quiero escribir, para decir solo esto, nada, palabras que llenen el día deshabitado, el entretanto, palabras perdidas en el aire de nadie, sin labios que las acaricien, palabras que se quedan en la grietas de la prisa, en la impunidad del que lee y no lee. Detrás de la puerta hay un libertador con una espada afilada, apenas puede disimular la sonrisa de opresor en ciernes. Temo su mirada.
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