De narices
Se me llena la boca de sonidos, me asomo a la adolescencia y caigo en la madurez. Ves mi caída sin extender las alas. Dices que ya no me parezco al que era. Ni falta que hace, pienso, por eso te escribo en equilibrio desde la frontera entre el ardor del equinoccio y la intemperie del desamor. Te hablo desde un presente continuo, no hay futuro. Como un aprendiz del oficio del reencuentro junto fragmentos del vacío, llueven suspiros como machetes romos, han caído las torres de la tierra oscura. Ya veo, la armadura y esta nariz postiza me hace parecer ridículo (pues claro, so tonto).
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