domingo, 3 de julio de 2022

Karmelo C. Iribarren

 


Hay poetas que escriben
sus poemas
como si fuesen a pasar directamente
a las páginas amarillas
de la eternidad.
En cada verso echan el resto
y, claro, lo poco que les queda
no lo pueden echar en ningún sitio
porque les da una pájara.
La verdad es que apestan a Literatura.
Y que de allí a donde ellos entran
todo dios sale por piernas.

 

-.-

 

Cruzar cuatro palabras en un bar

y percibir al instante

que nada queda

de aquella vieja historia.

Que somos dos extraños, nada más.

Dos extraños

a los que la vida puso

en una esquina

el tiempo justo para engañarse un poco,

gozar también a veces

e incluso prometerse irrealidades.

Dos extraños que esta noche se miran

con indiferencia,

o apenas si se miran.

Que tienen prisa,

ganas de despedirse,

de volver a su mundo.

Y que ya ni se molestan en fingir.

 

-..-

 

Después de hacer balance,

tras considerar

la situación de arriba abajo,

en frío,

he decidido

no volarme hoy tampoco

la tapa de los sesos.

 

Nunca se sabe, con la vida,

me he dicho.

 

Y además,

 

qué carajo:

ya que me trata peor que a un perro,

que se tome ella

la molestia de matarme.

 

 

Karmelo C. Iribarren


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