Amanecer 21
Eran los otros y gritaban. Un libro sobre la mesa, aquel que lee y la cámara lo atrapa desde arriba, no puedo verle porque soy el que lee. La tarde se ha llenado đe caminos de caricias, mastico la dulzura de julio. Miro las nubes rojas del atardecer y forman el rostro de alguien a quién conozco (y amo). Creo que me lo imagino, tengo delante el catálogo de ensueños y raíces y al menos hasta la página treinta no hay noticias de cristales rotos, solo fotografías de la vida como un material redondo y tembloroso. Me refugio en la siesta, sé que alguien me despertará y esa voz será un pozo donde quedarán los secretos de aquello que va y viene en lo oscuro, allí donde gritan los otros.
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