No hables
…Me
obliga a sentarme. Desde la espalda susurra en mi oído “déjame hacer”.
Me cubre los ojos con un pañuelo de seda que suavemente anuda en mi nuca. “No
hables”. La habitación se ha llenado de un silencio exaltado. Un leve roce,
trato de adivinar qué lo ha producido, una cremallera, un botón. Escuchar cómo
se desnuda, sus dedos deslizándose por la blusa, oír caer sobre la alfombra la
levedad de sus bragas de seda, un sujetador mínimo ¿negro? excitante, excitante
ella, mujer que amo, que deseo, que me transporta a un mundo tan bello que vivo
deslumbrado, levitando, puedo escuchar su piel, ahora sus gemidos, “no
puedes ver que estoy haciéndome”, sonidos turbadores, mis manos tanteando
desde mi ceguera hasta la tentación de tocar su cuerpo, sentir sus pasos
huyendo, seguirlos tropezando con las paredes, reencontrarte en una sala
inmensa, reclinada en un trono, desnuda ya, mirándome, con los brazos cruzados
sobre sus pechos de crisantemo, las piernas cruzadas ocultando su sexo de
mariposa...(etcétera, etcétera)
10 comments :
La seda tiene una textura divina... más allá de suave, de sensual, de liviano... así es tu texto, como la seda
Milena, ese pañuelo era de muchos mommes y el momento también.
Puestos a imaginar hacerlo bien.
Ya que la vida real va por otras carreteras.
Gracias por tus palabras
(mommes (mm) es una unidad de peso tradicionalmente usada para medir la densidad de la seda. Es similar al thread count para tejidos de algodón. Mommes expresa el peso en libras, de una pieza de material de 45 pulgadas por 100 yardas.)
De costado espera que alguien la invada
mietras su mirada se detiene en el hpmbre
que a ella le gusta
piulcro y muy penoso que pide permiso para todo
Recomenzar, qué maja.
Con tu permiso no voy a comentar más.
Quizá él finge la ceguera para imaginar a esa mujer ideal que el amaría sin límite.
Puede que esos pasos huyendo y los golpes con las paredes nos dejen la duda de si todo es una ilusión.
Cuando abre los ojos, la mujer ya se está vistiendo.
Pedro, me gusta este texto sensual y melancólíco que me hace imaginar más allá de lo que leo.
Un beso,
Tesa Medina, yo qué sé, en el juego amoroso fingir que no ves no está bien visto. Tampoco otros fingimientos. Una vez me enamoré de una mujer que fingía que me quería. Otra vez quise fingir que quería a una mujer y quedé fatalmente enamorado, como caer en un pozo, ahí dentro, ¿imaginas?, sin luz, casi sin aire, sin agua, pues eso que casi muero, de amor, una romántica forma de morir pero tampoco es la cosa, morirte ahí, solo, que no se entere nadie. Para no aburrirte, lo último, una vez me enamoré tanto que fui otro, irreconocible, la gente al pasar pensaba “cómo se parece ese pobre hombre a Pedro” ¡y era yo!, me quedé hecho unos zorros (no sé cómo se quedan los zorros pero yo estaba hecho una pena). Te preguntarás (o no, a ti que te importa ¿no?), ¿se casaría con ella? y disculpa que no te conteste porque se me está echando la mañana encima y tampoco es cosa de estar aquí delante de esta pantalla todo el día que se me queda la cara plana. Sigo a la vuelta.
Beso tu mano derecha.
Un texto sensual y muy sugerente. Vendar los ojos en estos juegos despierta los otros sentidos y el texto lo refleja muy bien, despierta la imaginación.
Un saludo.
Mucha sensualidad que provoca ese juego de poner en practica "otros sentidos" y ver hacia donde nos llevan y descubrir que pueden conducirnos a imágenes impensadas y aumentar el deseo y la excitación del momento..
Justo el otro dia lei en una publicidad "La lenceria es la poesia en el cuerpo de una mujer" ...y aqui, palpar, imaginar, fantasear...
Precioso texto... Saludos!!!
Dorotea Hyde no sé qué decirte, voy a decirte gracias, de momento. Y luego te diré que no estoy de acuerdo, al menos por mis experiencias. Una vez me vendó los ojos (pongamos que Conchi, que era la dama con la que estaba, enamorado ¿eh?, nada de amores falsos ni toqueteos por toquetear, pa´casar) bueno pues estaba yo expectante, anhelante, suplicante, goteante y muchos antes más hasta que consumamos, me quito la venda ¡y no era Conchi!, era una señorita que yo no conocía (Mari Carmen se llamaba) vaya historia, que ya me parecía a mí, que esos jadeos no los conocía, pero puesto en faena pues ya sabes. El caso es que habían hecho una apuesta y yo era el tonto que cayó en esa trampa maligna. Hice dos cosas, por este orden, dejar a Conchi (con todo mi dolor) y confesarme con el párroco de mi pueblo. Ay, madre, no somos nada. Saludos.
eli mendez mira, lo mío no es la poesía, ni el erotismo, ni los reflejos circulares. Lo mío es la química, el permanganato de sodio, el carbono en el aire (y en el hierro para hacer acero), el azufre (como al demonio). Estoy aquí desde ayer (+ o -) de casualidad.
Esa publicidad es certera. Hubo un tiempo en el que mi gasto en lencería era exagerado. Fue cuando trabajé de hombre lobo que llegaba a casa en plenilunio y no veas que era aquello. Sí, mejor que no lo veas que luego puedes decir que si tal que si cual.
Muchas gracias por tus palabras.
Saludos.
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