viernes, 17 de abril de 2020

La inmortalidad



El famoso pintor Salvador Dalí y su mujer Gala, cuando eran ya muy mayores, tenían un conejo amaestrado al que querían mucho y que no se alejaba nunca de ellos. En una ocasión tenían que hacer un largo viaje y estuvieron discutiendo hasta muy entrada la noche qué hacer con el conejo. Era complicado llevarlo y era difícil confiárselo a alguien, porque el conejo desconfiaba de la gente. Al día siguiente Gala cocinó y Dalí disfrutó de una comida excelente hasta que comprendió que estaba comiendo carne de conejo. Se levantó de la mesa y corrió al retrete donde vomitó al amado animalito, al fiel amigo de su vejez. En cambio Gala estaba feliz de que aquel a quien amaba hubiera penetrado en sus entrañas, las acariciara y se convirtiera en parte del cuerpo de su ama. No existía para ella una realización más perfecta del amor que la de comerse al amado. En comparación con esta fusión de los cuerpos, el acto sexual le parecía sólo una ridícula cosquilla.



2 comments :

LA ZARZAMORA dijo...

Antropofagia amorosa, la idea del vómito, o la náusea filosófica ¿?
Ambas a su manera expresarían por antítesis el todo y el rechazo a través de las tripas, la digestión y una mezcla de olores, texturas, sabores ligados ya sea a los recuerdos o al deseo.
Somos carne...
Mejor un vermú con sus aceitunitas, no?

Pedro M. Martínez dijo...

Mucho mejor, La Zarzamora.
A nuestra salud

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