Conductor nocturno
Conduce el coche entre olores de la noche, rocío y heno, hierba, bosques intuidos en la oscuridad detrás de las ráfagas de los faros.
Los paneles azules con nombres desconocidos pasan y no sabe cuánto tiempo falta para llegar, ni siquiera sabe dónde quiere llegar.
La radio deja canciones en francés, las tararea sin conocerlas.
A veces grita.
La carretera está llena de camiones que marchan uno detrás de otro, como elefantes melancólicos, les adelanta sin dificultad, conduce demasiado rápido a pesar que sabe que en esta zona suele haber controles de velocidad, gendarmes.
A lo lejos un resplandor sugiere un incendio, una ciudad cercana, un lugar donde detenerse. No lo hará.
Trata de equilibrar el viaje entre una búsqueda y una fuga, trata de responsabilizarse entre las mentiras al dejar su casa y la verdad de allá donde va. O al revés.
Ni siquiera sabe si ella estará sola, si estará, no contesta al teléfono.
Para en un área de descanso, sale del coche, todo está en silencio, oscuro, orina sobre la hierba y se moja los zapatos, torpe, atolondrado, nervioso.
Cabecea, le entra sueño, en el próximo pueblo parará a tomar un café. Ahora sí.
Esta canción ya ha sonado, por esta misma carretera ya ha pasado, hay imágenes que se repiten sin cesar en su cabeza, tiene que determinar si este viaje es una huida, un regreso, un principio o un final.
El motor ruge, es un coche potente con un conductor imprudente al que se le cierran los ojos, casi amanece.
El resto es otra historia, la de mañana.
Siempre es incierto, el mañana.
6 comments :
Un hombre en la oscuridad, él solo, dos mujeres, una encrucijada: su mujer/su amante.
El destino lo decide la más inteligente, no siempre va a triunfar la más guapa, la aparentemente más sumisa...
Decía una amiga mía de noventa años que siempre deciden las mujeres, o porque actúan o porque no lo hacen. La última que conozco que dejó que decidiera él se quedó suspirando compuesta y sin el amor de su vida.
Él, de momento, es mejor que dé unas cabezaditas en el asiento trasero.
El final es digno de Escarlata O´Hara.
Un beso.
Me estás esperando entre la acera y el rincón de la farola apagada.
La luz como el guiño de un párpado, saluda el perfil de nuestras siluetas difuminadas, y la bruma espesa como telón de fondo tapiza el callejón.
Acorralada entre el muro de ladrillos y tu pecho, tu boca besa la mía. Me adentro en ti cobijada entre tus manos que rodean mi nuca.
La acera se desdibuja.
A lo lejos suena la sirena de un viejo IKA Torino que a intervalos sacude la niebla de tu cuerpo a la espera de mi luz en el oscuro paladar de tu calle.
El tiempo se ahoga en el ron de la memoria.
Sobrio, el minutero recorre las caderas de mis sombras llenas de adioses abrazando las tuyas.
Una muchedumbre de estrellas vaga entre las venas de las callejuelas bajo los meandros oscuros e infaustos de un puente instaurado entre tus manos y mis cicatrices.
Salgo taconeando por la ranura de la vieja calle y balbuceas mi nombre.
Golpea el silencio.
El timbre de tu voz suena a amaneceres ciegos de ternura.
Las farolas se apagan.
La bruma se diluye...
Los inspectores de policía que llevan el caso, tienen apenas indicios de lo ocurrido entre mi pecho y tu espalda.
Nuestros pasos vacíos nunca dejaron huellas...
P.S. De fondo, suena...
https://www.youtube.com/watch?v=nv31fjnUVcE
Con mi beso, saxo;)
El mañana ya murió, como dijo Aute.
Ilduara en lo que escribo (no solo hoy, claro) creo que queda claro que tengo interiorizado eso que dices. Las mujeres siempre deciden y son inteligentes, los hombres andan como pollos sin cabeza (hasta los que parecen listos). Me da rabia reconocer esto. Un beso sonriente.
Zarzamora, esto no es un comentario, esto son los Episodios Nacionales. Para colmo lo terminas con Sonny Rollins que para un adicto al jazz es como ese momento ahh de justo al terminar y derrumbarte (no, yo no fumo, después ni antes). Merci beaucoup.
Tracy también “Dios ha muerto” que dijo Nietzsche. No sé si se lo preguntó. A veces me lo pregunto yo hasta que me doy cuenta que esa duda es un certificado de vida.
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