miércoles, 24 de abril de 2019

Mariposas negras


Nicholas Alexander Chistiakov. Study for a portrait of a man, 2012.


Se me llenan los dedos de mariposas negras y el movimiento de las manos desata una tormenta de presagios, de futuras calamidades. Apenas me muevo para no llamar a los espíritus del recuerdo, la nostalgia vestida de blanco y mentira, no hay nada, no queda nada, la cosecha de ternura está agostada y solo queda dolor en mis párpados e indiferencia en el corazón. ¡Estúpida!

La vida está pasando y no sucede nada de todo aquello que nos prometieron, no he pecado y resulta que no hay cielo y el infierno es esto, seis días y cuatro horas, sin verla, huérfano de su voz adversaria, escondida entre los lirios de su trabajo, tan importante. Cruel, sin corazón, tan pagada de sí misma.

Irme lejos de mi corazón no ha solucionado nada y vuelvo una y otra vez, madrugador  sobre mis pasos contradictorios, intentando pisar sobre las huellas, no vaya a explotar lo imposible del regreso. Rápido, rápido, nunca ha estado a mi lado, no me quería, taimada, interesada, egoísta, aprovechada, soberbia.

No quiero verla más.

Joder, cómo me cuesta dejar de quererla.

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