Eso mismo.
Veo venir por la alameda
tiburones que conducen automóviles
verdes, espero a una niña sentado al pie del árbol de la paciencia, hay
caballos en la bruma y mi corazón es (era) un campo sin sembrar ajeno a la
lluvia y a los ojos de los gatos, el sol ha envejecido y rebusco entre los
montes y los prados verdes de abril el
espíritu de aquello, lo que era, lo que fuera y ya no, hay nubes errantes,
sacudo el mantel sobre el precipicio de no verme. Eso.
0 comments :
Publicar un comentario