viernes, 30 de septiembre de 2016

Envidiada Marie



Se herrumbra el ancla melancólica allá en el fondo de anémonas y deformados peces con antenas, un fondo sin luz, sin referencias, con tiburones rastreando entre las piedras pardas, raíces de Atlántidas que no conocimos y el silencio. No se puede descender sin riesgo de colapso en la esperanza, de golpe al esternón de un barco hundido, aquel que transportaba especias, anhelos, esclavos del placer, encadenados, timoneles enfermos de lujuria, marineros con pendientes de coral, corrientes submarinas que transportaban celos, mustios placeres, lentos movimientos de buzos hostiles, de ansia extranjera, caía despacio el imposible retorno, bajo el agua no hay invierno.

Te envidio, Marie, envidio tu mirada limpia, tu candor, la fuerza de mirar el luego, verlo, modelarlo con tesón, con caricias de seda, sin desmayo, ser tú, tan libre, así, como eres.





(Aquí me quedo con la cosa que no he terminado bien el post de hoy. todo sea por la brevedad)




2 comments :

Encarna c dijo...

Gran marino y señorial. Recogerá esas flores con todo su aroma. Creo que la admiración de ella!, le lleve a ese capitán a oler la brisa y sentir el salpicar de las olas en su rostro. Esa fuente de vida...sin obsesión del fondo marino que el tanto domina. Callada pondrá esas flores en un jarrón en la ventana. Un pequeño tesoro verdadero, por el motivo de entrega. Imaginación tras lectura con un broche de coral.

Pedro M. Martínez dijo...

Encarna c, un comentario poético. Muchas gracias.

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