Parker y la intuición.
Parker
intuye que el uso desmedido de palabras las desgasta, resta su sentido, las
deja temblando en el frío de no tener repuesto, medios, diccionario, gesto,
ojos, sensibilidad. Puede decirlo ahora que no hay nada que decir. Solo
llorar. Podría, claro que sí, por supuesto, mirar para otro lado, ponerse un
gorro con cascabeles y fingir. No quiere. La realidad ha explotado y minimiza
cualquier intento de imaginación. Y es dura, terrible, una trágica realidad, un
horror. La muerte enemiga ha pasado a su lado y le ha dejado atónito, desarmado,
mudo, roto, indefenso. Hará lo que deba hacer y cuando los días pasen volverá
la voz. Pero nada será igual. Ni siquiera se lamenta, no tiene fuerzas para
lamentarse. Ser de los últimos es un pesado privilegio.
Mire
usted, dele la mano, se lo agradecerá.
0 comments :
Publicar un comentario