Parker va y viene.
Se lo
dicen todos, no se debe volver a los lugares donde se fue infeliz, capítulo
cerrado, recuerdos a varios metros bajo tierra, compañeros desaparecidos. Pero Parker
vuelve. Nada es como era. La fábrica es inmensa. Las grúas están en pie. El
edificio sigue siendo gris, inhóspito. Entra, no reconoce el vestíbulo, las
escaleras, el laboratorio ya no está, todo ha cambiado, incluso su ojo
izquierdo ha cambiado. Devuelve la identificación y se duerme sentado en el
coche bajo una tejavana temblorosa.
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