¿Ves?
¿Ves?, así de sencillo, que
leo y veo y no encuentro eso que me dé la vuelta como a un calcetín, que haga que me sienta nuevo, otro, con otra mirada.
Alto, quieto, no creas que,
me veo dentro, me siento, me examino y pienso que soy razonablemente feliz por tanto como tengo, por
cada articulación que me permite andar, correr, inclinarme, sentarme, apoyar mi
espalda en la pared, por cada emoción que siento al ver amanecer, la luna, la
sonrisa de mis hijos, una carta que dice, el aroma de un plato que aprendo a
cocinar, su sabor, el orgullo de caminar pasito a pasito hacia mi autogestión,
me falta tiempo para dejar la lista, posiblemente también ganas, que las
palabras se me escapan por los poros de los días, que toreo de salón y en mitad
del ruedo, que de los toros me como hasta los cuernos, bah, no me hagas caso,
cosas mías, ni yo me entiendo, que a veces me doy cuenta que se me ha saltado
un perno, tornillo o arandela, que se me ha parado la máquina, que no sé leer,
o sí, ahí, debajo de las palabras de otros, con absoluto cariño, con mimo,
aunque a veces, o por eso, se me enquiste el silencio del tiempo, de su falta,
un desaparecido en combate, por aburrimiento, ya te digo, que me sobran
ventanas que ya está uno en ese periodo que le gusta todo, o casi todo, o
bastante, o nada, que recuerdo un abrazo en un pueblo perdido de Galicia y me
rindo, que me miran así y me derrito, porque los abrazos son también
espirituales, la emoción es táctil, tan fuerte, el deseo sigue vivo, eso no
contrasta con el perfil de persona acostumbrada a la responsabilidad, a cuidar
de otros, de tantos, a cumplir y cumplir, la tentación de la libertad, la
naturaleza, los montes, el paisaje interminable, las estrellas, el cansancio,
comer aquí, dormir allá, el sentimiento, la libertad, eso, que estoy pasado de
rosca pero vivo, contento, animoso, vivo (¿ya lo he dicho?), enérgico, fuerte,
potente, que me miro al espejo y me digo ¡bien!, que doy gracias a todos los
dioses por todo lo que tengo, que soy consciente de ello (de todo lo que
tengo).
Léeme si quieres palpitando
desde un púlpito, que aquí puedo escribir sin disimulos, sin juegos de manos,
sin afeites, estudio las turbulencias en los líquidos y en los gases, pero como
no existe una teoría matemática que las fundamente me aburro.
¿Ves?, así de sencillo.
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