domingo, 28 de febrero de 2016

¿Ves?




¿Ves?, así de sencillo, que leo y veo y no encuentro eso que me dé la vuelta como a un calcetín, que haga que me sienta nuevo, otro, con otra mirada.

Alto, quieto, no creas que, me veo dentro, me siento, me examino y pienso que soy razonablemente feliz por tanto como tengo, por cada articulación que me permite andar, correr, inclinarme, sentarme, apoyar mi espalda en la pared, por cada emoción que siento al ver amanecer, la luna, la sonrisa de mis hijos, una carta que dice, el aroma de un plato que aprendo a cocinar, su sabor, el orgullo de caminar pasito a pasito hacia mi autogestión, me falta tiempo para dejar la lista, posiblemente también ganas, que las palabras se me escapan por los poros de los días, que toreo de salón y en mitad del ruedo, que de los toros me como hasta los cuernos, bah, no me hagas caso, cosas mías, ni yo me entiendo, que a veces me doy cuenta que se me ha saltado un perno, tornillo o arandela, que se me ha parado la máquina, que no sé leer, o sí, ahí, debajo de las palabras de otros, con absoluto cariño, con mimo, aunque a veces, o por eso, se me enquiste el silencio del tiempo, de su falta, un desaparecido en combate, por aburrimiento, ya te digo, que me sobran ventanas que ya está uno en ese periodo que le gusta todo, o casi todo, o bastante, o nada, que recuerdo un abrazo en un pueblo perdido de Galicia y me rindo, que me miran así y me derrito, porque los abrazos son también espirituales, la emoción es táctil, tan fuerte, el deseo sigue vivo, eso no contrasta con el perfil de persona acostumbrada a la responsabilidad, a cuidar de otros, de tantos, a cumplir y cumplir, la tentación de la libertad, la naturaleza, los montes, el paisaje interminable, las estrellas, el cansancio, comer aquí, dormir allá, el sentimiento, la libertad, eso, que estoy pasado de rosca pero vivo, contento, animoso, vivo (¿ya lo he dicho?), enérgico, fuerte, potente, que me miro al espejo y me digo ¡bien!, que doy gracias a todos los dioses por todo lo que tengo, que soy consciente de ello (de todo lo que tengo).

Léeme si quieres palpitando desde un púlpito, que aquí puedo escribir sin disimulos, sin juegos de manos, sin afeites, estudio las turbulencias en los líquidos y en los gases, pero como no existe una teoría matemática que las fundamente me aburro.

¿Ves?, así de sencillo. 

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