El don de lo que no se tiene
“Lo que interviene en la relación
de amor, lo que se pide como signo de amor, es siempre algo que sólo vale como
signo y como ninguna otra cosa. O, por ir todavía más lejos, no hay mayor don
posible, mayor signo de amor, que el don de lo que no se tiene.” Lacan.
No,
lo sé, no se puede sufrir tanto como he sufrido por Él. También sé ahora que ya
no importa, que no somos los mismos, que nunca hemos sido nada excepto una
broma en las cenas, cuando se escarba en los pasados imposibles como un minero
expuesto al grisú. Aun así me arriesgo, tanto, me acerco sin remedio, como una rejoneadora
enajenada, de forma inconsciente, sin pudor, sin pensarlo casi, con una
repetida sinceridad al pedir, al abrir mi corazón, al quedar expuesta todavía a
los pitones de su comprensión, a su compasión, a quién sabe qué sentimiento,
seguro que contrario al que quiero buscar.
Porque
no sé qué quiero buscar, no sé qué fuerza me hace dar vueltas al redondel, no
sé por qué me empeño en querer verle, en equivocarme así. Me paro, pienso que
tengo la edad suficiente para saber lo que debo y lo que no debo hacer. Pero es
un intento inútil, pienso y las normas no existen, los límites siempre están
más lejos y aquella carta de despedida la he leído tantas veces que las letras
están borrosas, lo que dicen me redime, lo que no dicen me llena de sueños y
saber cuándo la escribió me devuelve a la realidad, que es aplastante,
demoledora, está el aquí y el ahora y vivir no es escribir y todo esto no es
más que un absurdo que no lleva a ninguna parte excepto a disturbarme, a
perturbarme, a que me mire a mí misma como al bicho raro que siempre he sido,
un saltamontes con falda, una bestia parda sumergida en un arroyo de alcohol
para evitar los mosquitos de las dudas.
Cuando
advierto todo esto me paro, me leo,
muevo la cabeza, me compadezco de quién soy y decido si colgaré estas
historias. Pero yo sé que sí porque en estos oscuros días de otoño estoy muy triste y tengo la lengua muy larga, el corazón
muy grande y eso que llaman amor ni siquiera sé si es esto o si sólo es una
locura, una invención que dura demasiado tiempo, toda mi vida.
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