Escrita a mano en días aletargados (y 5)
Ha venido tu lengua; está en mi boca como una fruta de
la melancolía.
Ten piedad en mi boca: liba, lame, amor mío, la sombra.
(Antonio Gamoneda)
Ten piedad en mi boca: liba, lame, amor mío, la sombra.
(Antonio Gamoneda)
...grabando letras en los árboles sin corteza, esquivando los pueblos y sus luces, ortigas en las piernas desnudas, el maldito recuerdo que aún no se deshuesa y se me clava dentro, me erosiona, camino, camino, pero ella, se me ha quedado el futuro tras las rejas, lorigado en el apodo trazo signos en el escenario, blanco, mímica, señas fragmentadas para que alguien sepa, ingenuo sueño sin ombligo, atónita lectura de los otros, disciplinada palabra cotidiana, perdido el paraíso, sobre la pretensión de metonimia vana dejo este apólogo, leve fábula escrita en un país de sordos –lo cuenta Oliver Sacks- o quizás en un reino de ciegos –lo cuenta H.G. Wells- sumergido bajo la superficie de nuestra diversidad aunque en tanto coincidimos, diferentes pero iguales, ni más ni menos, otros, atentos, este mundo se ha vuelto muy pequeño, me asombra la placidez poética de tantas páginas sin grietas, con lenguaje pausado, con limites educados, sosegadas, simples a veces, sin extremos, sin delirios, diálogos familiares, hadas que no se escandalizan, niñas disfrazadas de hadas, teoría de las hadas, cicatrices en la piel de las hadas, heridas, tantos Lewis Carroll mirando como esclavos desde la cornisa, territorio de lenguas húmedas, poemas herméticos ahora que las flores amarillas crecen en la conciencia, estamos inventando alfabetos, ahora que no hay infierno esta grabación se destruirá en cinco segundos, cuatro, tres, dos, uno. 0.
FIN
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