La noche que tomaron Old Dixie Down.
“Eran casi las tres cuando Mary
Jane encontró por fin la casa de Eloise.” Así comienza un cuento de Salinger.
Esto no es un cuento pero
intuyo que tampoco es real.
El caso es que un coche negro
brujuleaba por calles negras en una noche negra con dos ocupantes, un hombre con
pensamientos negros y una mujer con pensamientos blancos.
Él detiene el coche frente a la
casa de ella y los dos hablan.
–No comprendo a las personas
que se enamoran una y otra vez, sin descanso. Me recuerdan a esos fumadores que
encienden un cigarrillo con la punta del que están terminando.
–Sí.
–Hay cura para eso, deberían
consultarlo con un psiquiatra, con un psicólogo, yo qué sé, con un astrólogo.
–Es verdad.
–Es un comportamiento
compulsivo, una carencia, no se quieren a sí mismos, solo quieren que les quieran…
–Disculpa, tú ¿cuántas veces te
has enamorado?
–No sé, las normales, nunca las
he contado… así, con locura, el amor de mi vida...unas ocho veces.
–¿Solo?
–Quizás nueve si cuento a mi
primera esposa, pero no sé si aquello fue amor.
–Eres un tío raro.
–Lo sé.
–Bueno, hasta mañana, buenas
noches.
–Buenas noches, ¿me invitas a
un café?
–No. tengo sueño, es tarde,
mañana madrugo.
–¿Me das un beso?
–No, hasta pronto.
–Hasta siempre.
El coche negro se pierde por
una carretera al borde de un cuartel, cruza el túnel bajo la autopista y la
noche es negra, fría y triste. Al llegar a una rotonda con un frondoso magnolio
en su centro gira y vuelve al punto de partida. Allí el hombre saca la cabeza
por la ventanilla y hace sonar el claxon repetidamente. Varias casas de
alrededor se iluminan, algunas personas salen a la puerta preguntándose por ese
alboroto. También la mujer, con un camisón transparente, desmaquillada,
bostezando.
–¿Qué ocurre? –pregunta.
–Eran diez, me había olvidado
de ti. Te quiero, ¡te quiero!
El hombre arranca el coche negro
y se pierde por una carretera al borde de un cuartel, cruza el túnel bajo la
autopista, la noche está a punto de terminar, ya asoma el amanecer.
1 comments :
Por cierto, estos días de verano (y los de invierno, otoño o primavera) son buenos para leer o releer estos nueve cuentos del maestro Salinger. La buena literatura no pasa de moda.
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