Cartas amarillas (4)
"Lacan afirma que la mujer
puede tener una satisfacción fálica, satisfacción que es respuesta a la palabra
del hombre, de un hombre que le hable según el fantasma fundamental de ella. De
ese fantasma, agrega, extrae efecto de amor a veces, de deseo siempre. (texto
80. Despegue de la Escuela)"
Phil Stern
Pero no
es de esto de lo que quería hablar ahora que ella regresa con tanto trabajo en
la cartera, con el regusto de A, con proyectos, con la realidad del baño por
reparar, ordenar la casa, el jardín, la semana, J, ella, todo lo que se ha
movido y no sabe dónde colocarlo, faltan repisas, cajones, tiempo, ganas de
dejar cada cosa en su sitio, volver a lo conocido, a lo que servía, a los usos,
de aquella manera era, de aquella manera y era lo correcto, pasaba el tiempo
con fuste, pasaba pero no, qué bien que nos encontramos, un designio, qué bien
que estábamos buscando, no hubo azar, qué suerte de memoria, qué fortuna de
piel removida, de sentimientos flotando como continentes nuevos,
envolviéndonos, qué deseo de tumbarme a su lado y escuchar sus ruidos de dentro,
el fragor del combate que se libra en su cabeza, su respiración serena, el
corazón que se agita a veces, tocar sus caderas con mis labios que la beben,
que la absorben y ansían, meter mis manos en su arroyo y dejarme llevar por la
corriente, saltar dentro de ella y saberla, subir los escalones, uno a uno
hasta ella, hasta ella, ahí dentro, tan recóndita, tan imposible, tan cercana,
tan transparente, tan lejana, tan dulce, tan perdida en conocer más, en
reconocer, en ser la que era, la que puede ser, con miedo por J, ¿a perderlo?, ¿a
perderse?, ¿a no saber encontrar el camino de regreso?, ¿dónde está?, ¿dónde
estoy yo ahora?, ¿dónde estamos?, ¿por qué país de sueños erramos, chocando con
nosotros mismos? coleccionamos respuestas cada día, como hojas secas en el
Campo Volantín, como hojas muertas que se lleva el viento y después de este verano
solo quedará el invierno y este afán de tomar sus manos y mirarla, de verla
desde atrás y sorprenderme de un sentimiento creciendo sin cesar, levantando
muros de un territorio nuevo donde moramos ella y yo, nadie lo sabe, con la
llave colgada de un clavo tras la puerta, nadie sabe que hay en esa mirada que
mira sin ver, de esa sonrisa pensando en Babia, o en ella, en el último día,
cada vez más espaciado, más lejano, más y más, ella en el hospital, su dolor, el
mío paseando hasta olvidarme, ella alejándose, ella volviendo y reteniéndome,
nuestras llamadas, nuestro hambre, nuestro miedo, nuestra historia brillando,
las semanas pasando tan rápido, el amor sentado en la ventana, la vida pasando
tan sin remedio, esta tarde cualquiera en la que vuela mientras escribo y pienso
y desearía estar en el aeropuerto, esperando, recibiéndola, pero somos lo que
somos y horas robadas al reloj, a la comida, al ajetreo de tantas cosas por
hacer, excepto calmar el deseo aposentado en el centro de los días, dándoles
sentido, brillo, imaginación, fuerza, deseo, norte, locura, miedo, pasión, una
estrella. Vuelve ahora, sí, y no se ha sido, está aquí y la alegría, el dolor,
mis aguas removidas, este ser y no ser, mi convicción de que esta forma de
vivir es la única posible y esperar, guardar cada latido como el único, esperar,
sentir, amar, gozar tanto de su ausencia como de su presencia, saber, saberme,
etcétera.
Elliott_Erwitt
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