jueves, 11 de julio de 2013

Cartas amarillas (2)

Detail  Decent from the Cross. 1435.  Rogier Van Der Weyden. Flemish. 13991464. oil on canvas. Prado Museum.



Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre.  *

Amor, van y vienen mensajes mutilados o sugeridos por la no escritura, heridos, impregnados de aromas decadentes o esto ya lo he leído y soledad de tardes en compañía de ballenas y animales que huyen y se esconden.  Mis mensajes no pueden ser tu lluvia, estás demasiado acostumbrada a oír llover, prefiero que sean granizo, trueno, ciclón, cataclismo, nieve de dos metros o leve brisa que te acune la sonrisa. Mis mensajes buscan y te buscan, alguno acabará perdido, claro, no podía ser de otra manera. Pero mientras tanto tú  encuentras un hombre herido por el rayo y yo  encuentro a una mujer  que sale de la ceniza de otros volcanes, bajando los cerros perdidos en su ahora  lejano o cercano, depende de donde salgas.

De la palabra hacia atrás
me llamaste
¿con qué? *


No quiero llevarte ni traerte, no te dejarías, sólo quiero disfrutar del placer del ser humano, de esta coincidencia que nos llena la cara de guiños y levantar otro velo de una confidencia hasta quedarnos pulcramente vestidos y serios y hablar a lo largo de una playa mientras el viento de levante se nos mete por los ojos y caminamos a lo ancho de la espuma, de las gaviotas, de las caracolas olvidadas en la última tormenta de algas y ese loco del wind surf cómo volverá de tan lejos y aislamiento y olvido, intelectuales domesticados comiendo en la mano de los tigres del miedo, inocentes miradas hasta que amanezca el cantor y ojala estas lecciones de tinieblas no nos confundan y continuemos así, esperándonos, gustándonos, adivinándonos en tus enfados, en los  míos , tan breves, tan mágicas las explicaciones, tan llenas de ternura y  además eso sólo es  el pálido reflejo de  un mañana, nuestro.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo. *

Palabras de esta tribu, palabras como jilgueros, palabras reclinadas junto a tu oído y se escapa el tren y me escapo agitando mi mejor pañuelo de seda, adiós, hasta mañana, adiós, la  noche se ha comido el horizonte y ese sol  negro ya es el del jueves que nadie nos dijo si saldrá. Besos.


Entra la tarde entera en la quietud.
El cuerpo yace en la profundidad oscura de sí mismo.
Y anida o nace un aguila
en la boca secreta de tu sexo. *

  


* Todos los poemas de José Angel Valente.


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