Cartas amarillas (2)
Detail Decent from the Cross. 1435. Rogier Van Der Weyden. Flemish. 13991464. oil on canvas. Prado Museum.
Cruzo
un desierto y su secreta desolación sin nombre. *
Amor, van y vienen mensajes
mutilados o sugeridos por la no escritura, heridos, impregnados de aromas
decadentes o esto ya lo he leído y soledad de tardes en compañía de ballenas y
animales que huyen y se esconden. Mis mensajes no pueden ser tu lluvia,
estás demasiado acostumbrada a oír llover, prefiero que sean granizo, trueno,
ciclón, cataclismo, nieve de dos metros o leve brisa que te acune la sonrisa.
Mis mensajes buscan y te buscan, alguno acabará perdido, claro, no podía ser de
otra manera. Pero mientras tanto tú encuentras un hombre herido
por el rayo y yo encuentro a una mujer que sale de la ceniza
de otros volcanes, bajando los cerros perdidos en su ahora lejano
o cercano, depende de donde salgas.
De la palabra hacia atrás
me llamaste
¿con qué? *
No quiero llevarte ni traerte, no te
dejarías, sólo quiero disfrutar del placer del ser humano, de esta coincidencia
que nos llena la cara de guiños y levantar otro velo de una confidencia hasta
quedarnos pulcramente vestidos y serios y hablar a lo largo de una playa mientras
el viento de levante se nos mete por los ojos y caminamos a lo ancho de la
espuma, de las gaviotas, de las caracolas olvidadas en la última tormenta de
algas y ese loco del wind surf cómo volverá de tan lejos y aislamiento y
olvido, intelectuales domesticados comiendo en la mano de los tigres del
miedo, inocentes miradas hasta que amanezca el cantor y ojala estas lecciones
de tinieblas no nos confundan y continuemos así, esperándonos,
gustándonos, adivinándonos en tus enfados, en los míos ,
tan breves, tan mágicas las explicaciones, tan llenas de ternura y además
eso sólo es el pálido reflejo de un mañana, nuestro.
Toco esta mano al fin que comparte mi
vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo. *
Palabras de esta tribu, palabras como jilgueros,
palabras reclinadas junto a tu oído y se escapa el tren y me escapo agitando mi
mejor pañuelo de seda, adiós, hasta mañana, adiós, la noche se
ha comido el horizonte y ese sol negro ya es el del jueves que
nadie nos dijo si saldrá. Besos.
Entra la tarde entera en la quietud.
El cuerpo yace en la profundidad oscura
de sí mismo.
Y anida o nace un aguila
en la boca secreta de tu sexo. *
* Todos los poemas de José Angel Valente.
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