El lado ciego.
que ya no sé decir nada
sobre mí
ni lo que siento
cuando me mojo bajo la lluvia
ni cuando me convierto
en una brizna de hierba seca
quemada por el sol
no sé encontrarme
a mí mismo
describir a este personaje
nombrarlo
asegurar
que existe
De "Leyes naturales" 2oo6
( Versión de Abel A. Murcia Soriano)
Ryszard Kapuściński.
–Lo primero es buscar un buen título.
Asegurarse que nadie lo haya utilizado antes. Y escribir dejándose llevar por
la imaginación o por la experiencia.
–Qué tontería. El título es lo último. Lo
primero es la idea y a partir de ahí desarrollarla.
–No tenía ni título, ni idea, ni imaginación,
ni siquiera sabía escribir. Entonces apareció ella.
–¿Ella te enseñó?
–No, ella me inspiró.
–¿Y qué escribiste?
–Esto.
No puedo decir que los días fueran largos,
pasaban como trasatlánticos sobre las horas sin dejar espuma, sin atracar en
ningún puerto, sin hacer caso a las señales de los náufragos del aburrimiento.
Todo, vida, las muertes, sucedían por un
fatalismo coherente, era lo que debía ser y solo quedaba esperar los viernes y
no dejar las pastillas para dormir.
Solo quedaban harapos de una nostalgia que
brillaba en una retórica barroca, antigua pero fecunda, con imágenes de
animales en celo, gigantes dormidos y flores de invernadero, monjes ebrios de
oración y la incandescente realidad de haber sido.
Recuerdo bien cuando olvidé todo eso, la
bruma y los miércoles.
Aquel era otro.
Ahora, soy.
–Alto, alto, no sigas, esto que escribes no
tiene sentido, no engancha.
–No sé hacerlo de otra forma, divago hasta
encontrar el sentido.
–Quién lee esto se aburre y lo deja.
–¿Sí?
–Pues claro.
–Vale, lo intento de otra manera.
–Así me gusta. Hasta mañana.
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