Cartas amarillas (3)
Miércoles noche, pronto las vacaciones. Ella
termina un puzle en el salón, los niños ríen y ven la tele. Te escribo mientras
escucho un "You belong to me" que me parte el corazón. He tomado bastantes
vinos y estoy mareado.
Recibo cartas planas. Alicia dice que "realmente
quiero verme rodeada de tus brazos y tus besos y envolverme con tu piel
blanca y ver tus ojos de niño jugando a ser fiera, león, lobo ante esta poeta
que se muere de ganas por entrar en tu piel". Isabel
me hace confidencias sobre su vida y su futuro, me carga con la responsabilidad
de ser merecedor de su amistad, de su confianza, 50 y, casada, tres hijos, con
un buen trabajo, un sueco se enamora de ella, por internet, quiere dejar todo y
marcharse con él, tradicional, hambrienta de que le quieran, a ella, a
lo que realmente es. Terrible.
Mi ciudad oscura, los que bebemos vino, un paisaje
demoledor, como yonkies del mal trago, peleón, hablando solos, nuestro equipo
de fútbol, “no tienes ni puta idea, fue penalti”, se
habla de nada y sin embargo, frases gruesas, bromas obscenas, “¿sabes quién está muy mal?”, miedo,
a la muerte, a la vida, “no entiendes un carajo, te has olvidado, se casó con Angel”, discusiones
vacías, conversaciones vacías. En los cascos suena ese "The end of the
world", Londres, Julia, Carmen, el disco que compré en Portobello Road, mi
vida, mi vida, aquí, ahora, casi llorando, porque he bebido y algo muy fuerte
me sube por el pecho, sentimientos que me dejan sin fuerzas. Me abandono a las
nostalgias.
Tú, verte un momento, hablarte, llenarme de ti, de
tu sonrisa, un hueco entre clientes, marcharme a la noche, confuso, ilusionado,
con toda la fuerza. "Quiero hablar
contigo, debemos controlar esta situación, ya lo habías dicho". Siempre
lo he dicho antes, quizás no con las palabras adecuadas - esa agresividad -
pero si con el diagnóstico: “ocurre esto, hay que hacer esto otro”. Ya lo sé, pero además está el
sentimiento, sentirlo dentro como una fuerza golpeándome muy fuerte, por dentro
y por fuera. Puedo, yo puedo, yo puedo, “¿seguro?” y
buscar en lo que escribo, en lo que vivo, esa parte que no puedo tomar entre
mis dedos, esa parte que se me escapa, el otro lado.
Tú, tú, tú, mágica, nueva, otra, ¿quién eres?,
¿porqué llegas ahora como un hada mágica, paciente, con los ojos brillantes? y
mi dolor de cabeza, Cortázar me espera y para rematar ahora suena "I only
want to be whit you" y esta ciudad oscura, hace tanto, tú, Begoña,
yo, la infancia como un paraíso perdido,
"solo quiero estar contigo". Decididamente me voy a la cama y mañana
será otro día.
Mi beso nocturno, agitado, amoroso, dulce,
agradecido, apasionado, justo en una esquina de Maryland, donde termina el
mundo de hoy, donde se desvanecen los sueños y empieza el arco iris del mundo
de nunca jamás. Allí, donde puedo llorar sin apuro.
2 comments :
Llorar el olvido de un recuerdo no vivido o lo vivido colgando del hilo de un recuerdo....
Va un brindis por tus vacaciones, que se llenen de burbujas y estallen en instantes de vida.
Besos
Muchas gracias, Brisa. También mi brindis por tus vacaciones.
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