jueves, 30 de agosto de 2012

Ojo.



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Este ojo devora lo que escribo en este agosto de días contados como flores en la solapa de un año descolgándose mientras grita piedras colibrí y perlas alrededor del cuello del verano con magnolios voladores y una araña asomando en el pulmón helado por cigarrillos inconexos y conocidos de las mañanas hola cómo está usted que pasan los meses y no sé de qué le conozco pero hola o adiós cómo le va que hago cálculos para saber cuánto me queda dieciséis meses y enero de suplemento si acelgas lechuga y otros regímenes carcelarios no terminan con la felicidad de sabernos y ser el antes como concepto antes éramos antes mentíamos mejor que incluso teníamos la boca más grande para así ampliar las exageraciones que lindaban con el otoño y la magia negra o gris ente las olas del desconsuelo mirando sin ver leyendo sin entender que esto no es más que un pasatiempo de correveidile sin otro valor que la rutina que nos asegura que septiembre no será como julio y las llaves entrando en nuevas cerraduras y las puertas del cielo cerradas a cal y canto y violetas y animales dulces y caricias torpes que con tanta espalda no sabe uno por dónde empezar el asalto a la ternura a espantar los sueños a las esfinges a los agoreros que nos acuchillan la esperanza a los que se han apeado de la vida marítima y escuchan los ronquidos de la ocasional pareja aburrida por los achaques ajenos a la libido (Libido (del lat. libido: «deseo», «pulsión» y en un sentido estricto: «lascivia») es un término que se usa en medicina y psicoanálisis de manera general para denominar al deseo sexual de una persona. Como comportamiento sexual, la libido ocuparía la fase apetitiva en la cual un individuo trata de acceder a una pareja potencial mediante el desarrollo de ciertas pautas etológicas.1 No obstante, existen definiciones más técnicas del concepto, como las encontradas en las obras de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung que hacen referencia a la fuerza o energía psíquica. Estos autores vinculan la energía libidinal, respectivamente, a las pulsiones y a su carácter eminentemente sexual como meta primaria (Freud) o a una energía mental indeterminada que mueve el desarrollo personal general de un individuo (Jung). Sigmund Freud, a su vez, habría tomado el término de A. Moll, quien lo utilizó en 1898 en la  obra Untersuchungen über die Libido sexualis[«Investigaciones acerca de la Libido sexualis»].) sentada en un rincón del pasillo desnudo de un hotel desnudo y regiones hinchadas por el no sabe usted con quién está hablando y sujetadores rojos que no se pueden plantar relámpagos como gotas de miel y leche en el aliento o en la lengua del buey del deseo con fiebre en las alas y la noche como una empalizada de ciudadanos con un artefacto de dolor en el pecho y poesías de Idea Vilariño  este es solo un intento para que nadie abandone la chalupa de lecturas y consejos que pueden ser placenteros o no pero en la revisión del arcón si mientras ese ver leer sentir deja el poso de lo ya dicho y todo o casi es un torpe afán que empezó en el fin de la tierra en el faro que ilumina a los pacíficos navegantes que encuentran el vendaval a solo cuatro millas de la costa un poco más acá de donde el océano se pierde en la nada y una mezcla de dios y monstruo se bebe las aguas y la fe y a este paso es apenas la continuación de otros pasos hasta que pian pianito se llega al final. Benditos seáis.





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1 comments :

Magnolio dijo...


Amén.

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