Día 18
Agosto es un murciélago que evita las aristas de los tejados y busca insectos sentimentales en las noches de estrellas fugaces y ruidos.
Escribo entre las olas gallegas mis mejores poemas.
Veo las mejillas arreboladas de los niños cuando el sol se despide detrás del mar de Fora.
Presumo que los secretos se acumulan como caracoles en un buzón de relojes, hilos y números desalentados. Sé que esperan mi regreso disfrazados de cajas de colores, de teléfonos sonando con insistencia, de soledad vestida para una fiesta.
Agosto es ceremonioso y está lleno de luz, brisas y pájaros marinos.
Sentado entre los equipajes perdidos de entonces, guardo cada uno de sus días como una moneda de oro mientras extiendo aceite por mis piernas. Espero que lluevan teorías de otoño que confirmen que estas risas que me llevo, envueltas en papeles y magia, no se conviertan en miradas vacías tendidas hasta el infinito del aburrimiento.
Ahora, abanicándome con el cálido aire de la vida, deseo que se alarguen los días para que no llegue septiembre y su tristeza monótona.
Ay.
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