Palabrería.
Mi amada, me van a faltar palabras, he entrado en
ese territorio gris donde solo me
permites emplear emociones y sentimiento sin colgar en la plaza faroles ni
serpentinas, sin que corran entre calles ciudadanos suizos melancólicos y
embarrados, solo el deseo entre las ramas del frondoso árbol de comunicarnos,
la impaciencia por vernos o no vernos, la emoción del viaje, la intranquilidad
de la distancia, la duda cuando la voz se pierde de poste en poste de teléfonos
y escuchamos lo que no nos dice nada o justamente nada de lo que esperamos
escuchar. Es un castigo como otro cualquiera que te quiera alguien que intenta
escribir, en cuanto te descuidas escribe para el mundo, su mundo, y no sabes si
las palomas se posan en tu ventana o se van a volar por ahí, por otros cielos,
perdidas entre nubes rosas o negras, mientras tú, decididamente, has optado por
la escopeta de postas y no dejas una viva, ahí caen, entre incomprensión,
plumas y qué me vas a contar. Por eso en esta mañana también gris, entre
sirimiri y tormenta tropical, escojo las palabras con sumo cuidado y dejo en la
cesta todas aquellas que solo dicen lo que bah, ahí quedan. Entre todas, con
veneración, definitorias, opto por dos, que brillen: te quiero.
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