Marie (3)
Lánguida Marie, hermosura, imaginas que mi lengua te recorre, te estremeces en el lecho, desmadejada, como náufragos braceamos en el agua lenta y taciturna de un imposible idilio. Dame el confuso sol que nos caliente, el bebedizo que nos vuelva a la infancia, las escenas que guardas en la memoria inquieta, imágenes confusas en el destierro de nuestra distancia. Sentados en el ocaso junto a la fuente de cuatro caños hablamos de tu antigua rabia contenida, del óxido de la derrota, de la victoria de tu constancia, de soledades próximas, de rescatar el mundo sobre el que tenías derecho, de conquistar olores y sabores, colores que te fueron negados. Descubres en un laberinto de emociones el mundo que te era ajeno, descubres palabras que descorren la cortina del placer, aprendes, sientes, vives. No quieres defenderte, no lo necesitas, la epidemia está controlada y miras al destino directamente a los ojos. Erguida en un cerro, cercana, con un estandarte blanco, tu vida te pertenece
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