Nino Migliore


domingo, 29 de octubre de 2023

Parker no cambia de hora.



Son las seis de la mañana, Parker continúa despierto quizás por el cambio de hora, se ha comido el despertador, sabe que mañana estará agotado por falta de sueño, se para, mueve la cabeza, se compadece de si mismo con la ansiedad del amanecer, juega con seriedad, sonriendo pero respetando las normas, no pisar la raya, pisarla, borrar la raya, dibujarla, doblarla, llenarla de peonías, apretarla entre los dedos y ya, manda a la mierda las rayas, todas.

Canta mientras decide si clavará sus elucubraciones en la puerta de madera de la ermita, pero sabe que sí porque quiere que sus compañeros del astillero sepan hasta dónde puede llegar la marea del corazón,  eso que llaman amor que ni siquiera entiende si es esto o es luz en el agua sucia del pantano, si solo es una locura que dura demasiado tiempo -toda su vida, toda su indiferencia- y todavía le quedan dos años de contrato para salir de aquí, prisión de la voluntad, de cielos rojos en continuo poniente y esto no dice nada y dice y sus poemas, el  cuento de su vida pasa con pena, en silencio, avergonzados, mirando al suelo.

Esta fragancia dice que si habla sobre su próstata o sobre las alteraciones en la cuenta corriente emocional alguien al otro lado del Río Grande abrirá su ventana y entonará una melodía muda con subtítulos y comentarios como banderolas al viento. Coincidencia o circunstancia o quizás sea una cuestión de murallas alrededor del yo, de nubes atravesadas y atropelladas por los estorninos de esta primavera a finales de octubre,  de planicies de La Rioja meciéndose en plácidos atardeceres de revistas de fotografía.

La cuestión es que Parker se ha dormido por fin porque lo que a él le interesa a otros  no les interesa y viceversa y la vida del hombre la mecen con cuentos y León Felipe se sabía todos los cuentos y está hasta el gorro (frigio y frígido) de que todos traten de engañarle con cuentos. Sin embargo anteayer, ayer, hoy, sigue contando los suyos, sus miserias emocionales   por si a  alguien le puede interesar. Lo que tiene ser un iluso indocumentado  y febril. Señor, qué cruz.

2 comments :

María dijo...

Hay cuentos y cuentos ; )
Me gustan más tus cuentos que los de León Felipe, ya está! ahí te lo dejo jaja y eso que este, al que creo te refieres en tu cuento:

"...Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos ".

Me gusta, pero ¿ cómo resistirse a tus peonías ? preciosa la fotografía de la mujer con ellas..Meencanta Tú , tb estas muy bien, por supuesto… eres todo dignidad y .. gobierno jajaja Supongo que a Parker le ocurrirá como al resto, que aun tardaremos unos días en cogerle el tranquillo a esto del cambio de hora, aunque este lo llevo bien.. Lo que me deja totalmente rota es cuando nos roban la hora en verano… a ver si esta noche concilias el sueño rapidito. Mil gracias. Abrazo fuerte!

Pedro M. Martínez dijo...

, pues mira, varios días después todavía no he cogido el ritmo, me despierto pronto y me duermo tarde, duermo poco.
León Felipe estuvo de boticario en Balmaseda, un pueblo cerquita de Bilbao. Hace poco estuve ahí en una especie de museo y pude hablar sobre eso largo y tendido con la guía.
Esas cosas.
Abrazos.

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