Parker lucha contra la poesía. Y pierde. Siempre
Pues mire usted, resulta que Parker no tiene cuerpo para almíbar, para comedias ni zarzuelas, su capacidad para imaginar el espectador virtual se ha convertido en un virtuoso, voluntarioso trabajo, sin más, sin obsesión por la comunicación. Hay pájaros negros en el lindero del bosque, también coronas de flores. La poesía no es un arte, es un artefacto de luz y sombras, es el toque desde otro lado, el dedo caprichoso de un dios/Dios que toca la piel del artesano plantado ante el desafío. Viene, acertada, o inoportuna, cuando nadie la ha llamado, no se la esperaba, un brebaje de hierbas amargas, un oscuro bebedizo que descorre cortinas y hiere, un extravío entre rascarse la espalda y mirar por la ventana, zass, buenas tardes. La poesía.
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