Gaddis
Parker está sumergido en la profundidad del libro, concentrado, acuclillado, respira por el extremo de una larga caña de bambú, de su nariz salen gruesas burbujas que buscan la superficie. Como al descuido extiende la mano y recoge perlas que va dejando en un pequeño recipiente. No es una actividad casual, opcional, ha quedado atrapado por una corriente de temperatura diferente que le deja paralizado, con calambres, ahí, en el fondo, mudo por la sorpresa. Pasó el tiempo incoherente de albañiles, enredaderas y petirrojos, ahora es el momento de la inmersión en busca de la melancolía, de lo que no se entiende. En ello está, procuren no agitar mucho el agua.
“—Pero no quiere, porque no se levantan todos y le aplauden y le pagan altos precios.
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