Frederic
El pueblo Bété carece de escritura, por eso Fréderic Burly Bouabré intenta un alfabeto que contenga todas las lenguas del mundo. Por mi parte, con humildad, intento escribir cada día con la decepción de la noche anterior aún recostada en el paladar.
Hacía frío y en los portales se acurrucaban los testigos del fracaso y lo oscuro. Marroquíes con las manos contra la pared. Policías patrullando con perros.
La alcoba estaba silenciosa y fría a la altura de un quinto piso. En la televisión concursos absurdos. En el buzón, viento, sobre la mesa, naranjas. Mi cama, demasiado grande y fantasías aterrizando en la interminable pista de la realidad.
No es tan sencillo de entender y sin embargo en Bilbao ocurren historias que no creeríais mientras en Barcelona la noche está poblada de arcángeles con rubias melenas rizadas y cocodrilos que fuman largos habanos frente a ventanales abiertos al desierto de otras noches.
He metido el teléfono en la pecera, desde ahí me mira, silencioso, con sus teclas melancólicas. ¿Qué culpa tendrá él?i
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