viernes, 25 de febrero de 2022

Mi mono y yo.

 A veces huyo

por intrincados caminos
construidos de palabras,
que me llevan
a los páramos de nadie.
Durante breves momentos
siendo este precario puente
hacia los otros,
con las palabras
que me crecen como ramas
en la boca,
y me sacan
de mi silueta
de animal desnudo.
Desde esta orilla solitaria
agito mis palabras mínimas
como banderas blancas
entregadas a un sueño,
y por algún tiempo
logro fugarme
en las palabras,
hermosas.

Carmen Matute 


El mono de mi casa toca el piano. Muy bien, como Oscar Peterson más o menos. Me mira con gesto autosuficiente. Qué manía le tengo, me tiene  aburrido. No sabe que en otras artes, aficiones o actividades, somos muy parecidos. Quizás tiene más pelo que yo y es más atractivo. Concedo que un poco más listo. Pero no tiene pulgares. Tampoco se sabe aquello de Lea, Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Hay cosas que se aprenden así de bien. Como lo de serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles, ángeles. O lo de odio, olvido, infidelidad, herejía, apostasía, desesperación y presunción. Es posible que me deje algo. Pero escucho su interpretación del Concierto para Piano n°3 de Beethoven y me como los hígados. Además Concepción le sirve las mejores raciones de polenta y de postre le guarda nueces con higos.

Hoy no llueve sobre Bilbao. Bajo mi balcón pasan los corredores de no sé qué carrera urbana. Antes  participaba. Antes es mucho tiempo. El mono de mi casa se ríe. Es malicioso, sabe lo que significa para mí no poder correr ya. Camino por la casa con gesto compungido. Estudio mapas mexicanos, volveré más pronto que tarde. Antes mataré al mono.

8 comments :

Unknown dijo...

Qué mono, el mono. Me ha recordado a aquello de "mi mono Amelio y yo". Ten cuidado que los monos son muy hijoputas y, además de tocar mejor que tú, te quita la novia. :)

Pedro M. Martínez dijo...

Unknown, no tengo novia, non ho l'eta per amarti, mi mono tampoco, es virtuoso, los dos tocamos de oído, una manera práctica, que te voy a contar.

Desconocido dijo...

No seas coqueto. Será porque no quieres. Y el mono no sabe lo que quiere, sólo se deja llevar.

Pedro M. Martínez dijo...

Desconocido, de niño me advertían “no hables con desconocidos, no aceptes caramelos”, a veces añadían “corre” y así tengo estas piernas largas, sin varices, con cicatrices, acostumbradas a la huida o a las carreras largas. Coqueto soy y mono, una vez fui chimpancé pero me aburría tanto volatín para complacer a las damas caprichosas, “salta” me ordenaban y yo, mono, saltaba, “come cacahuetes” y me los comía emulando a una Chita de aquellas películas de sesión doble. Mira, Tarzán no he sido nunca, siempre hay que dejar alguna personalidad para después, si lo hay. Buenos días.

stebann dijo...

Pedro, prometo no ofrecerte caramelos, solo pasaba por aquí. Me pondré el nombre que suelo usar para los foros. Y sí, estoy de acuerdo en que es peligroso hacer el mono, sobre todo para las damas.:)

Saludos

Pedro M. Martínez dijo...


Stebann, sobre lo del mono, sí, a nada que te pases te meten en una jaula (las damas, una dama, ella).

nadie dijo...

No recordaba un mono más inspirador desde el santificado chimpancé del "Doolittle" de los Pixies. Después de una semana en semihibernación laboral, qué mejor que un paseo por tu blog para recuperar el flujo sanguíneo. Un cordial saludo, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...


nadie, estoy en una isla y hasta esta esquina no llega una buena señal de wifi. Aquí no hay monos (al menos de momento no he visto ninguno). Tampoco tengo demasiado tiempo para escribir, contaré más historias a la vuelta. Un saludo.

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