Hay días que no te entiendo nada.
En
la dulce, y no por eso menos dolorosa, transición entre sentimiento idealizado,
enquistado y el descubrimiento del ser humano pasó un tiempo de amistad,
confidencias, risas y algún leve desencuentro.
Un
tiempo hermoso, un bello ejercicio para descifrar que lo real era muchísimo
mejor que lo soñado.
Hay días que no te entiendo nada.
Ni yo.
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