Me desperté y el Jaguar estaba en el garaje.
El pesebre.
Los intelectuales.
Cuáles.
Me desperté y el Jaguar estaba en el
garaje.
Los tres monos, no ver, no escuchar, no
hablar. Hablo luego existo, las hadas no existen pero las brujas sí, ir por
lana y salir trasquilado, qué engaño.
Hay días que no.
Érase una vez un círculo cuadrado en su
mismidad, un perro que hablaba inglés, en la intimidad, la certeza de la
finitud, es decir que te mueres.
No.
Sí.
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