Parker en sábado.
Parker está escuchando “Lovers of the sun” de Jayhawks, bonita, con coros y eso. Aunque es hombre puede hacer dos cosas a la vez y también lee a Jo Nesbø (se pronuncia juː ˈnɛsbø), un escritor noruego de novela negra, con un estilo original, crudo, que engancha. Pero, atención, sobre todo está pensando en Ella, imaginando qué hará o qué no hará. Esa mujer vive en una tierra en la que hace mucho calor, en la de él también pero no tanto. Parker mira el mapa de la península y justo el borde superior tiene un color más claro, ventaja de vivir junto a un mar que se enfada enseguida a nada que sople el viento o lo de las corrientes submarinas, también lo del Neptuno irascible, una suerte ¿no?. El caso es que es sábado (me parece, ¿sí?, este hombre no sabe ni en qué día vive) y siguen separados, pero solo por los miles de kilómetros, aunque su cabeza está aquí (sabía que la había dejado en algún sitio) su corazón está ahí, con ella. Le manda un imaginario beso con los dedos mientras sale a correr entre la insólita brisa de julio.
Dos días después –la distancia, tú sabes- llega
a los labios de Ella. A buenas horas, Ella ya tiene otro novio, Parker está en
la inopia.
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