Memoria breve,
Jacques-Henri Lartigue Florette, Paris 1944
Es
cierta tu memoria, no lo dudes, aunque se empañe de soledades, de visitas que
estimas fugaces, de ausencias aun estando, de agravios de palabras no dichas,
de manos no tomadas, de miradas perdidas, de cartas no escritas, de silencios.
No
sé qué quieres, ni en qué viajes nocturnos has subido huyendo de quién sabe qué
pensamiento oscuro.
Me
has dejado solo en este oleaje que me lleva mar adentro, sin siquiera una boya
a la que asirme, sin un pespunte de esas estrellas que apagas cuando quieres.
¿Y
mi voz?
Te
llegarán como zarpazos las nostalgias, el enigma de los sueños, los brazos
abiertos, el buzón vacío de poemas.
Y
sabrás, entonces, que toda batalla exige, primero, una declaración de guerra.
Recuerda
Polonia.
Estoy
desarmado, lo sabes, tú ganas, tú pierdes.
No
dibujes desenlaces en la suave luz de los crepúsculos, espera a que amanezca,
espera que se vaya la tormenta, espera.
Pero
no hagas demasiado caso a estas palabras ampulosas y escucha mi corazón
latiendo en la distancia.
Todavía.
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