La rebelión del ventrílocuo.
Del arroyo, del manantial, bebe el pequeño conejo y el gran onagro, y cada uno sacia su sed.
(San Agustín)
Tú.
Ellas.
Ellos.
Os miro.
Por dentro y por fuera.
Gira el planeta con placidez, cae el rocío, el lunes llega con indiferencia, ajeno a esta voz, a todas las voces, llega.
En algún lugar el dolor, nuestras risas, nuestros días están escritos.
Espero en cuclillas el espacio mínimo de la orquídea.
Pongo en orden las ideas, la corazonada de las vísceras, en la pared de la primavera estalla el deseo.
Aún no es tiempo de cuchillos.
Los sentimientos se atacan a dentelladas.
Empezando por el hígado, un antropófago ansioso me está comiendo, vivo.
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