martes, 11 de abril de 2017

La memoria a saltos.


Entre nosotros, lo que son las cosas, iba a (no) trabajar pensando sobre qué (si) escribir para mañana, que esto del blog a veces es un agobio, no creas, y en una plazuela me ha abordado una atractiva señora, morena, y he vuelto a la tierra, que quería ponerme en la solapa una pegatina de esas de cuestación para el Domund o similares, que está pasado de moda, que me ha recordado a tiempos franquistas, damas petitorias con mantilla sentadas detrás de mesas con flores, banderines, billetes de mil y quinientas pesetas apretujados sobre bandejas de plata, no había calderilla, que le he dicho que solo llevaba cien euros y que no era cosa y me ha mirado sin creérselo, que me da rabia, me parece un método de ingresos mal entendido, fuera de onda, esa ostentación pública de bondad y entrega, damas de caridad, la madre que las parió, que uno tiene sus traumas, como todos, que también estaba con la hucha un galán maniquí, impoluto, que trabajaba de dependiente en una sastrería importante de Bilbao donde se vestían los políticos del Gobierno vasco, donde me compré un traje azul marino para la inauguración de la sucursal de la empresa donde trabajaba, donde trabajaba (no), que el citado sastre, guapo, de corta estatura, vivía en un barrio obrero y ya no lo recuerda y ha cerrado el negocio, los políticos ya no son como antes,  que de ahí he seguido pensando en chicos guapos de ese barrio, de entonces, en cómo están ahora y he recordado a Emilio que usaba pantalones con pinzas y chaleco negro con reloj, creo se ha muerto, también un tal Jose Mari que tenía el pelo rizado con gomina y que se ha vuelto tonto del culo, no saluda y después me ha venido Roberto que era muy listo, estudiaba en Jesuitas, fue marino mercante y navegando estudió medicina, luego fue visitador médico, después jefe de laboratorio para terminar de director de no sé qué empresa química que lo mismo está ahora en Ohio y era un chaval especial, muy majo, de los que no destacaban pero gustaban a las chicas tímidas mientras los demás éramos gallitos y hacíamos el tonto en vez de navegar o ser abstemios o subir al monte con los curas, la madre que parió también a los curas montañeros y a los monaguillos de voces aflautadas y he recordado, claro, cuando yo trabajaba en un laboratorio químico, analizando aceros, bronces, ferroaleaciones, productos relacionados con la siderurgia y ahí terminó mi carrera deportiva, esa faceta, que no se puede trabajar y nadar a la vez, que me ahogaba en la piscina, que al dar la vuelta en cien espalda me salía fuera del agua, cambié de deporte y otro día recordaré otras prácticas deportivas y a las chicas guapas porque sin transición de lo químico he pasado a lo atómico y sin darme cuenta he terminado en Hiroshima y en Mari Pili, que siempre termino pensando en ella y le envío besos y besos y se los dejo en la ventana, al lado de los tiestos con geranios y clavelinas y esa será la historia de mañana o pasado que se me ha encendido la luz y solo tengo que escribirlo, nada menos, hasta entonces, buena semana, os beso, una/o a una/o, agur.  


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