martes, 3 de enero de 2017

Pongo palabras allí donde no vivo.



Navegué la geografía de su cuerpo entre el todo y la nada.

A su lado temblaba, me excitaba asustado como un adolescente disfrazado, temía  que el placer se convirtiera en una pieza del engranaje de la vida, temía la posterior prisión de la añoranza.

Como un mendigo ciego palpé sus cicatrices, pretendía encontrar en ellas el principio, el secreto, el estigma, la causa.

Experto en tormentas, sabía del naufragio aún antes de embarcarme, del traidor iceberg de lo imposible, de las mareas vivas, del remolino de la muerte.

La daga del No entró por mi costado.

De la herida del amor brotaron peces rojos, anémonas de sangre, cangrejos locos, barracudas con ojos de odio.

Sobreviviente de otros mares, de huracanes de celos, luché en la resaca, se sumergió mi cuerpo, asomé la cabeza, nadé sin fuerzas, me hundí sin remedio, me ahogué.

Pongo palabras allí donde no vivo.

2 comments :

Anónimo dijo...

Absolutamente genial, Pedro. Con tu "pongo palabras allí donde no vivo" mi año nuevo ya ha cumplido su promesa de buenos propósitos y me ha presentado todo un universo de altos motivos para seguir mirando. Gracias. Urte berri on.

Pedro M. Martínez dijo...

Anónimo, si es algo que pienso, este blog debería estar patrocinado por la Seguridad Social.
Sobre todo ahora que he aprendido a soportar los anonimatos. Qué cosas.

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