Tercer aniversario.
Si no puedes estar con la persona que amas,
ama a la persona con la que estás.
(Stephen Stills)
En el cruce de la Gran Vía con Iparraguirre, casi en la esquina.
Un hombre ha salido de un restaurante, se abotona la chaqueta y fuma con la mirada perdida en los edificios de alrededor.
Una mujer le pide fuego y se aleja unos pasos, fuma ensimismada.
Al de un rato se acercan, se miran, se hablan.
Ella le dice que está nerviosa, que su marido no le comprende, que no escucha sus necesidades, sus inquietudes, sus sueños, que están celebrando su tercer aniversario y siente que se ha equivocado en el matrimonio.
Él le confiesa que su esposa es fría como un salmón (dice exactamente eso), que no se ríe con ella, que es muy seria, que siempre está preocupada y le contagia su pesimismo, que está harto de su insatisfacción.
Fuman otro cigarrillo y hablan durante un buen rato, él intenta abrazarla, ella posa los dedos en los labios de él y se aparta.
Después ella pasa su brazo por la cintura de él, entran al restaurante y siguen cenando.
Charlan, ríen, son felices, están celebrando su tercer aniversario.
Cuando vuelven a casa hacen el amor con pasión y la madrugada les acaricia con promesas de futuro, viajes y la firme intención de no dejar de fumar.
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