Me gusta cambiar las portadas del blog (y otras cosas)

 Me gusta cambiar las portadas del blog (y otras cosas). Escojo fondos que me gustan y que no me gustan. Sin más. Me sorprende que alguien comente eso, esto (y solo eso, esto). Me sorprendo últimamente demasiado. Qué bien, me importan esas cosas, me ponen de mala hostia pero me importan, o sea, no estoy muerto, vivo sin vivir en mí pero vivo, a veces sobrevivo. Esto de los me gusta es dramático, es una cuestión de principios, a cada uno le gusta lo que le gusta y en el caso de mi cambio frenético de portadas no tengo la culpa, no es necesario que guste o no, la cambio sin más, joder, no hay que mudar de gusto, ni entenderlo,  no hay que levantar dedos o banderas, no. Pero lo mismo cambio de estilos de música, de humor, de talante, de cara, por ejemplo ahora soy otro,  que leo a un amigo “estoy triste hoy” y la verdad, no sé qué decirle, depende de lo amigo que sea y posiblemente de lo triste que esté yo, que lo mismo le digo que no tiene ni puta idea de lo que es estar triste, o sea que entre ser un moñas o un cabrón hay un paso. Ya está el listo que todo lo sabe apuntando que la amistad es un bien único y etcétera, vale, pero no te conozco de nada, lo mismo eres un recolector de frases de Coelho o un capullo de esos que dicen “lo he leído en un libro” o “lo dijeron ayer en la tele”, so memo, que nos mienten, que nos tienen cogidos de ahí (señalo con el índice, ahí) y eso, que un tris tras subo siete vídeos de siete tipos de música (+ o -), todos de mi interés ¿eh?, no hay trampa ni cartón pero dejo pasar un día y cuento los me gusta y los comentarios (si los hubiera). Bueno, bueno, tampoco hay que alborotarse, eso hace Google con todos en cada clic y no decimos nada. Decía que puede ser una manera de subir (solo) lo que les gusta a otros pero resulta que, como con las portadas, hay tanto para escoger que quedarse en el espacio de confort es muy pobre ¿no?, como en música, danza, literatura, pintura, escultura, amistades, etc,“¿es que no entiendo?”, coño, que no hay que entender, que hay que sentir. Abro los ojos, abro los oídos y ahí me quedo que una amiga mía abrió más cosas, se le coló un señor y lleva más de veinte años viviendo en su casa, todavía no sabe quién es aunque ha tenido dos niños con él. Y es que no somos nada (bueno, algunos, yo tengo este/ese blog Glup 2.0)