martes, 20 de octubre de 2015

Carta a la amante que fotografía campanarios.



Oye, nena, que te pienso y me enternezco, me estremezco, me lleno de tanta ternura que me duele la nuca, tengo que hacer esfuerzos para no llorar como un niño desamparado, como aquella vez que me perdí en el parque de los patos y aún no sabía los colores (mi mamá tiene un abrigo de color hierba). Desmenuzo cada momento que estuvimos juntos y te lo digo, es un milagro, un goce, una recompensa, un regalo, magia pura, que se me aparece ahora el genio ese de la lámpara, me concede tres deseos y pido siempre el mismo, un día junto a ti, un día que no se acabe, atrapados en el tiempo (el día de la marmota), que suene el despertador con I got you y tú estés entre mis brazos, con tu cara tan bella, con ojos de china, sin catarro, con cara traviesa pidiéndome más, que no pare,  bella, con su certificado de amante cum laude por la universidad de Manchester, hermosura que fotografía vacas y manzanas, campanarios y purrusaldas, amor, tan dulce, tan sensible, tan lista, que puede ser delicada y desgarrada, inocente y lanzada, que puede pedir besos y más, ella, viendo los bosques en otoño, puentes medievales, pintores que no pintan, carteles del novecientos, caseríos en la cima de un monte y señoras bañándose con gafas y joyas, playas en marea baja y el viento ayudándonos para el abrazo, mi mano buscando tu placer, mi corazón que te he regalado en una caja de madera, mi deseo que te pertenece, mi lengua es tuya, te debo tanto que no sé cómo corresponder a tu generosidad, a tu entrega, a la mujer que eres, que no sé cómo he podido caer al lado de una persona como tú, tan completa, tan compleja, tan sencilla, tan bella, tan sensible, me tienes en una jaula, soy tuyo, te pertenezco, me has puesto un collar invisible y me llevas de aquí para allá, pensándote, sabes que te pienso en cada cosa que hago, mientras hago esas cosas, que te escribo en el baloncesto, en el rock de los sábados, mientras camino o corro o miro un amanecer o siento el viento o nado hasta esa boya a la que un día llegaremos juntos, amor, que me haces sentir un hombre mejor, más delicado, más entregado, más enamorado, que llevo un chip en la nuca y se funde de pasión, reina de mis sueños, no me olvides nunca, apoyémonos el uno en el otro, somos nuestros, soy tuyo, te pertenezco, pídeme, no te enfades nunca conmigo, a veces soy torpe, dime las cosas, ilumíname, sensibilízame, feminízame, hazme sentir lo que tú sientes, no sueltes mi mano, enséñame, se indulgente con lo bruto que soy a veces, lo desconsiderado, lo egoísta, quiéreme, te  enseño mis rincones provincianos, mis secretos, mi corazón, mi pasión, abrazarte, besarte,  no sé cómo podré vivir sin ti mucho tiempo, ay, tan lejos, no me olvides, no busques hombres rubios y altos, no me cambies por alguien más listo, no seas muy dura conmigo, te lo contaré todo, soy tuyo, te beso las manos, te veo al volante de tu coche azul, despidiéndote, me emociono mientras lo recuerdo, mientras te escribo, aún te huelo en mis dedos, conduce con cuidado y justo escucho ahora en la televisión lo del accidente en Lerma, lo de la niebla, una tragedia y corro a enterarme, que no sea ella, que no sea ella. Y todo se oscurece.


2 comments :

Ning Jie dijo...

Todo. Hasta los comentarios.

Pedro M. Martínez dijo...

Ning Jie, ¿te han llegado las flores?

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