miércoles, 21 de octubre de 2015

Amor romántico


(Harry Benson)

... la idea del amor romántico, que, en su versión masiva, nació en el siglo XIX, nos ha hecho a los humanos un daño fenomenal. Sobre todo a las mujeres, que por lo general seguimos proyectando sobre los hombres monumentales quimeras. Un cómico francés llamado Arthur dijo en uno de sus espectáculos una frase que me parece genial: "El problema de las parejas es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas no van a cambiar". 

Tiene razón: la inmensa mayoría de las mujeres estamos empeñadas en cambiar al otro para que se adapte al sueño rutilante que tenemos de él. De hecho, ni siquiera somos conscientes de que queremos cambiarlo; pensamos que en realidad nuestro amado es así como nosotras lo soñamos, sólo que anda un poco perdido, un poco herido, un poco aturullado; y que nosotras conseguiremos salvarlo de sí mismo, es decir, de la parte mala de sí mismo, para que emerja en todo su esplendor el príncipe azul.

Pero claro, nadie es capaz de cambiar a nadie (por no entrar en el hecho de lo injusto que es pretender tal cosa); y entonces, con el paso del tiempo, a medida que nuestros sueños se van dando de bruces con el ser real, y a medida que vamos perdiendo la esperanza de que algún día nuestro hombre llegue a ser ese tipo sublime que nos hemos inventado, es cuando nosotras empezamos a cambiar. Es decir, apagamos el reflector que lucía en nuestros ojos cuando mirábamos a nuestra pareja, haciéndole creer que nos parecía maravilloso; y nos ponemos a protestar y a refunfuñar, a criticar y a exigir, a quejarnos y a frustrarnos, porque se nos ha quebrado la fantasía. Nos convertimos en unas ásperas gruñonas. Es un proceso que puede llevar mucha amargura y, en los peores casos, la vida común llega a ser un infierno...

Rosa Montero.
El País semanal.


Matthew McConaughey y Jared Leto en Dallas Buyers Club, de Jean-Marc Vallée (2013).


Una amiga de la infancia me remitió hace un tiempo este artículo con el que, sin entrar en más profundidades, estoy de acuerdo en un alto porcentaje.
Y no sé si sí o si no, pero algo tiene el agua cuando la bendicen. Conozco a cienes y cienes de damas que empezaron una relación con la bandera de “a este le cambio yo” y acabaron tristes, humilladas, frustradas, mal tratadas, cuando no maltratadas. Es una pena.

También conozco a multitud de caballeros que se creyeron que aquello sería así para siempre. Pasa el tiempo y no. A veces es peor. Otras veces aquello no era así. Muchas ni era, ni por casualidad. También es penoso.

Dado que estos son temas delicados, aviso que mi intención no es trivializar ni por un momento cuestiones generales o personales y soy tan sensible a ellos como el/la que más. Simplemente he querido compartir el artículo de la Montero por si a alguien le puede interesar.

Me parece que me estoy metiendo en el barro. Hay temas que uno mejor se calla. Pero si me callo resulta que no tengo preparado otro texto para hoy y tampoco es cosa de dejar el muro desangelado. Señor, señor y llevo varios días sin cambiarme el cilicio (ay, cómo tendré la entrepierna). 

4 comments :

LA ZARZAMORA dijo...

Hoy toca consultorio sentimental?
Me quedo con Nietzsche...
Beso mobile como el de una dona

Ning Jie dijo...

Uf! Esta Rosa Montero... Y el caso es que en parte tiene razón, aunque generalizar siempre es muy delicado. Verás, nuestra educación ha estado llena de canciones, películas y libros (hasta los cómics) donde la chica encontraba chico maravilloso, que entendía todas sus neuras, colmaba sus antojos, charlaba hasta el amanecer, se desvivía por ti... Y además está el factor "madre" que va implícito en nuestra naturaleza y es difícilmente evitable.
A veces nos empeñamos en negar parte de nuestra esencia porque hay matices que no nos gustan demasiado, pero así son y serán.
El mundo de la pareja es muy complicado, pero toda una maravilla cuando empieza.

Besos!

Maribel dijo...

Sí sí que me lo ha enviado una amiga… fiu, fiu, fiu… sí sí que lo dice ella yo no ehhhh… ya ya… que me estoy metiendo en terreno pantanoso… ¡provocador que eres un provocador! (y lo sabes) (momento julio iglesias ufff)…. Pues mira que te cuento, resulta que pasa que cuando encontramos al príncipe azul pues oye que no es de la tonalidad azul que queremos (momento meme)… así de dura es la vida (exagerando muchísmo, poniéndome la mano en el pecho y otra en la frente a modo de aflicción, es más de mucha aflicción) ayssssss.

Y puestos a elegir que me abstengo de Greys y me quedo con las Cincuenta sombras de Gregorio (Rosella Calabrò. Editorial: Planeta) que dixit:

Aunque os hayáis pasado los mejores años de vuestra vida educando a vuestro Gregorio, poniéndole el silenciador allí donde se le escapan los ruidos más lacerantes, o tratando de hacerle comprender qué diferencia hay entre la ironía sutil y la burda fanfarronería, cuando se encuentra entre los miembros de la manada se pierde inexorablemente. Mejor saberlo. (tomaaaaaaaaaaaa zascaaaaaaaaa).. y sigue diciendo...

No hay mejor regalo que el que nos hacemos nosotras solas, no hay protección más eficaz que la que nos procuramos nosotras mismas, y no hay mejor Gregorio que el que jamás trataremos de hacer que se parecezca a Mr. Grey.

Humor siempre humor. Como siempre Rosa Montero: impecable.

Como siempre: Besets!

Magnolio dijo...



Te agradezco mucho el artículo. Hace unos días le decía, más o menos mismo, a una persona muy importante para mi. Pero claro, en El País y por Montero, mucho más eficaz. Se lo remito.

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