…entre Demócrito y Heráclito
Lo primero que salta a la
vista en Hölderlin, Kleist y Nietzsche es su alejamiento de las cosas del
mundo; y es que aquel a quien el demonio estrecha en su puño, se ve arrancado
de la realidad. Ninguno de los tres tiene mujer ni hijos (como tampoco
Beethoven ni Miguel Ángel), ninguno de los tres tiene hogar ni propiedades,
ninguno tiene una profesión fija o un empleo duradero. Son nómadas por
naturaleza, eternos vagabundos, externos a todo, extraños, menospreciados, y su
existencia es completamente anónima. No poseen nada en el mundo: ni Kleist ni
Hölderlín ni Nietzsche han tenido jamás una cama que les fuera propia; nada es
suyo; alquilada es la silla en que se sientan, alquilada es la mesa en que
escriben y alquiladas son las habitaciones en que van parando. No echan raíces
en ninguna parte, ni aun el amor logra atarlos de modo duradero, pues así
sucede con aquellos que han encontrado al demonio como compañero de vida. Sus
amistades son frágiles; sus posiciones poco fijas; su trabajo no es
remunerador; están como en el vacío, y el vacío los rodea por todas partes. Su
vida tiene algo de meteoro, de estrella errante en eterna caída. (Stefan
Zweig - La lucha contra el demonio)
…entre
Demócrito y Heráclito prefiero echar una moneda al aire y esquivar el pico de
los cuervos, el resuello de los zorros que corren con su roja y abultada cola
por los campos verdes de este mes de después, escribo para este día en el que
no lee nadie, en el que el límite se acorta y la televisión nos seduce con nada
y nada, acércate más que tengo frío, frío de cama solitaria, frío de literatura
al borde del absurdo, como absurdo es tener a Quignard en la balda y no leerlo
mientras ese hombre grita desde un atril de viento, estamos sordos, este es un
mundo difícil, ah, oh, mierda, no es pesimismo, puede usted mirar hacia otro
lado y decir que no pasa nada, piense usted lo que quiera pero pasa, vaya si
pasa, aunque ese muro de cristal de telenovelas proteja a muchos del mundo
real, y el ombligo, también, hay un gigante melancólico, un grabado de Alberto
Durero, una isla donde enterraremos a los muertos, lástima tener que morir
también nosotros, soledad de la vejez, quién piensa en eso ahora que ya no hay conciencia
de clase, agrupémonos todos en la lucha final, ya me callo, pero hablo.
(RespirA. Tú ).
2 comments :
Y el oxígeno se hizo de letras y los brazos se quedan colgados al vacío... ese vacío nómada de quienes no somos jaula ni siquiera, base del más pequeño de los barrotes... los que adoramos caminar y amamos ver caminar como la mayor muestra de exactamente eso... amar... vivir en el viento trae oxígeno hecho de letras y los brazos quedan colgados al vacío...
Pues ahora que lo dices India, si juntamos ese oxígeno, una molécula, con dos (moléculas) de hidrógeno resulta (milagro) ¡agua! y ahí sí que estamos preparados para cualquier cosa, incluso nadar, por ejemplo que nos vamos a comer al Ventorrillo del Chato y antes o después de nos bañamos en esa playa inmensa al otro lado de la muralla, el océano, agua salada y rica en yodo y esto no es todo, que podemos llevarnos unas tortillitas de camarones en una tartera y nos las comemos tan ricamente mirándonos a los ojos o que los ojos de otros nos miren a nosotros, acaramelados en la arena con toallas del mundial del 82 y camisetas de Curro, que no se puede aguantar pero sí, sí se puede y por eso escribimos estas y otras cosas porque aunque parezca que sí pero no o no pero sí, levantamos puentes como el de Carranza o más, qué sabrán estos, ladran luego cabalgamos, sonámbulos a veces, tropezando en los guijarros pero p´alante, que no se diga, que no dicen, tú sí dices , India, dices tanto que te entiendo aunque estés callada, yo, en cambio, vivo sin vivir en mí y tengo que recurrir a estos párrafos huecos pero si buscas como esos zahorís de Rota al atardecer quizás te encuentres un reloj de oro, una moneda de dos euros o un corazón bilbaíno que se perdió por ahí en un tiempo tan lejano que están amarilleando los bordes. Oxígeno y dos besos..
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