Amber Hakim

lunes, 2 de junio de 2014

Cuento de la niña sin brazos.


Un signo, o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo que en algún aspecto o carácter se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esas personas un signo equivalente, o tal vez, un signo aún más desarrollado. Este signo creado es lo que yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino solo con referencia a una suerte de idea, que a veces he llamado el fundamento del representamen. (228. The collected Papers. Charles Sanders Peirce)


Por inspiración de Isabel, a la que deseo toda la felicidad.



Me asomé a la ventana y sentada en un alfeizar vi a una niña sin brazos. Sonreía, ella. 

No recuerdo cuando fue, si ayer o en otro tiempo. Pensé: “pobre niña, no podrá abrazar a quién ama”.

Los días pasaron mientras ondulaba mis manos al paso de los trenes -los que jamás paraban- mientras de los árboles del jardín caían hojas amarillas y ella, otra, aquella, no volvía. Pensé: “pobre de mí, no puedo abrazar a quién amo”.

En este ir y venir de pensamientos volví a mirar por la ventana, la niña me sonreía y agitaba sus brazos. Me sorprendí al ver sus delicados dedos. Hablamos de balcón a balcón. Se llamaba Isabel y había venido volando desde una tierra verde de manzanas y peces, de montañas y genios escondidos entre las rocas.

Quiero lamer tus uñas –dije- y el nácar de tus dientes
“Ven, salta, sáltate”- contestó ella.

Medí la distancia, el muro del tiempo, el grosor de los cristales, la longitud de su risa, la lluvia de nostalgias que caía haciendo peligroso cualquier intento de asomar la cabeza al vacío sobre la calle que no cesaba de acumular bocas que gritaban, que llamaban, que decían cosas inconexas –cuchara, frío, oh, amarillo, crepitar, amabilidad, interferencia -. Me decidí por la cuerda, atada de ventana a ventana -¿dónde he leído esto?- con doble nudo marinero. Miré al cielo, me santigüé con la zurda y comencé el tanteo de equilibrista con los pies desnudos, la frente marchita y los ojos haciendo balancín sobre el hueco de las aceras que aplaudían el valor del miedo, el riesgo del volatinero, la audacia del inconsciente. Sudaba, sentía el salado sabor en la comisura de los labios, frío en los tobillos, advertía que a cada uno de mis pasos, Isabel y sus brazos estaba más lejos. Por eso salté, de cabeza, sin alas, girando en el aire en tirabuzones de trapecista herido, de pájaro escopeteado, de hombre lastrado por dolores de hombre.

Ahí quedé, sobre el asfalto, con los brazos en cruz, un hilo de sangre saliendo de la nariz torcida, una nube de espíritu Zweig, un hervor de meninges consumidas, la desilusión componiendo vendajes descompuestos. Caí, morí y a empezar de nuevo.



Es lunes, empieza una semana, también un mes de días largos.
Soy un escritor con buen humor sentado al sol (aunque llueva).
¿Quién quiere desayunar conmigo?

6 comments :

Sofía Serra dijo...

Acepto la invitación, gracias.
:)
Buen lunes

Pedro M. Martínez dijo...

Sofía Serra Giráldez, ¿qué te apetece? Buena semana

India dijo...

Mira que te leo en silencio y para una vez que pincho en comentarios... solo me salga un "glups"...
Recuerdo una cosa que dijo un amigo sobre algo que compartí... "Gestos. Acciones. Vida"... siempre andan por ahí, sí?... Pero compartiendo desayuno siempre hay posibilidad de agrandarlos con el mirarse, así que... sabio usted si además de las interpretaciones, subjetivas y no siempre acertadas, busca miradas!
Esto no suelo, eh? conste... pero a ver qué tal si: Isabel baja a la calle, estuvo sin brazos tanto tiempo que desprenderse de uno de ellos para que "pobredemí" tenga donde sustentarse y levantarse le sabe como la mejor de las utilidades que darle al miembro... Así, con un brazo nuevo cada uno, pueden ir a desayunar también,...
Eh! sería un gesto. Sería una acción. Sería vida. Y desayunando, se mirarían... ;-)
Un abrazo, Pedro... vaya manera de estrenarme por aquí, ay! No se enfade!

Pedro M. Martínez dijo...

India, vaya, me has pillado de sorpresa, si llego a saber que vienes recojo la cocina, que está todo manga por hombro, que no doy abasto, que se me acumula el trabajo, del coro al caño, del caño al coro, que con esto del rey voy de manifestación en manifestación, España mañana será republicana, que tengo las banderas sin planchar y me he ido con la del Athletic (solo hay un Athletic y es el de Bilbao) y me miraban raro, es lo que tiene, ponte la camisa blanca, me dice la Isabel del cuento de arriba, y me la pongo que desde que tiene brazos no gano para achuchones, como dos lelos al abrigo de estos tiempos medio primavera medio otoño, que no sabe uno qué chaqueta ponerse, que lo mismo cambia todo en un tris tras y te pilla con el paso cambiado y es importante, también, lo de la insignia en la solapa, la reversible, el gesto, como de saber, si ya te lo decía yo, que muy honrado, honradísimo, vamos, y volvemos, buen estreno, abrazado a usted y a sus palabras me arrebujo en mí mismo y pasillo adelante me voy a la cama que mañana es martes y quizás dimita Rajoy, los dioses de Medina Sidonia me escuchen

virgi dijo...

Eres una gozada del principio al fin...sí, sí, tú, tú...no me refiero a lo que escribes, eso siempre, me refiero a ti, Pedro Glup.
Besos besos besos

Pedro M. Martínez dijo...

virgi, no te fíes, en serio, puedo ser un plasta, ya se vería. Conozco escritores que son unos auténticos capullos, y eso que escriben muy bien. Fíjate un peina ovejas como yo, pues eso. Pero muy agradecido, te beso las manos, la de escribir y la otra. Besos mil. Qué maja.

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