Parker y el absurdo.
Parker llora, algo absurdo, con una pena
absurda subiéndole por el pecho. Sin remordimientos ella gime de placer con las
piernas bien abiertas en un dulce abandono mientras él llora sobre su cuerpo
desnudo, los dedos ocupados en complacerla, sin tiempo para secarse las
lágrimas, sin un segundo para organizar aquel caos de emociones, sus músculos
en tensión, los ojos cerrados, húmedos, las caderas bailando y un rumor
indeterminado detrás de la puerta sin cerrojo.
Al terminar (nunca termina, al
momento ya la vuelve a desear), ella sonríe, le besa en los párpados, se viste,
llama por teléfono a un cliente, con la mano le hace un gesto urgiéndole a que
también se vista.
“Anda, vete, vienen en diez minutos”.
Parker se va.
Aún es martes.
2 comments :
Parker es el eterno insatisfecho, el que nunca se conforma.Por eso, deja sus lágrimas, otra forma de transpiración.
Saludos van.
Pues sí, Guiller Castillo, así es.
Saludos.
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