Gestión del silencio
i. La escritura del poema no es la transcripción de una
experiencia poética previa; es decir, el poema no es la anécdota de una
revelación, es la revelación.
ii. La poesía no está antes del poema, sucede en la
escritura del poema.
iii. La poesía es un relámpago agazapado en la textura del
poema, y cuando el lector desteje esa red verbal, cuando lee dicho poema,
libera el relámpago y queda traspasado por la poesía.
iv. La poesía es una experiencia verbal; no está antes del
poema, está desde el poema.
v. El poeta cifra la poesía en el momento en que crea el
poema.
vi. La mayoría de quienes acometen versos parecen ignorar
estos axiomas. Si al menos los vislumbraran, dejarían de mentir: se resignarían
a la evidencia de que no les fue concedido el don de escribir poesía. Pero como
ni siquiera sospechan que les fue negado ese don, emborronan libros y más
libros, y saturan el mercado literario al grado de confundir no sólo al lector
medio sino al crítico, quien —muchas veces carente de la mínima sensibilidad
para la poesía— legitima esa farsa verbal desde su prestigio crítico o desde la
academia.
Felipe Vázquez
Al principio fue divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil, pero brutal. (Truman Capote – Música para camaleones)
Julio Verne tenía razón cuando en su "Viaje al centro de la tierra", el científico de la expedición le recomienda a su sobrino: "Observa y observa muy bien. ¡Hay que tomar lecciones de abismo!".
Hoy quiero aprender la gestión del silencio.
Julio Verne tenía razón cuando en su "Viaje al centro de la tierra", el científico de la expedición le recomienda a su sobrino: "Observa y observa muy bien. ¡Hay que tomar lecciones de abismo!".
Hoy quiero aprender la gestión del silencio.
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