Julio 1984
“Ya mucho más allá del mezzo
«camin di nostra vita»
existe un territorio del amor
un laberinto más mental que mítico
donde es posible ser
lentamente dichoso
sin el hilo de Ariadna delirante
sin espumas ni sábanas ni muslos.”
«camin di nostra vita»
existe un territorio del amor
un laberinto más mental que mítico
donde es posible ser
lentamente dichoso
sin el hilo de Ariadna delirante
sin espumas ni sábanas ni muslos.”
(Julio Cortázar)
La vida va por ese camino, por
este y por aquel otro, hasta llegar a la tapia, allí donde da la vuelta el
viento. Hay un murmullo de soledades, hay una golondrina que no sabe volver de
África, hay un frasco de cristal lleno de miedo verde, hay un nombre que pinto
en las esquinas oscuras para que nadie sepa, solo lo verán los mendigos que
buscan refugio con cartones, y la mujer de los gatos.
Cortázar murió
en París en 1984. Parece que fue ayer, a decir verdad, a veces parece que todo
fue ayer. Sin embargo el hoy da codazos, quiere abrirse paso, nos zarandea
entre las peligrosas olas de la incomunicación. El puerto está lejos y nado en
la imperiosa resaca de resistir el ahora. Un pérfido fantasma de imprudencia me
sumerge la cabeza en el agua oscura, un mar en cuyo fondo reposan los recuerdos
con los pies aprisionados en un bloque de cemento.
Me salvarán aquellos cursillos
acelerados de inmersión a pulmón libre que hice cuando las tempestades de otoño.
Y una mujer que tiene los ojos
oscuros y un océano de luz en el corazón.
Me gustaría que creyeras
que esto es el irrisorio juego
de las compensaciones
con que consuelo esta distancia.
Sigue entonces danzando
en el espejo de otro cuerpo
después de haber sonreído
apenas
para mí.
que esto es el irrisorio juego
de las compensaciones
con que consuelo esta distancia.
Sigue entonces danzando
en el espejo de otro cuerpo
después de haber sonreído
apenas
para mí.
(Julio Cortázar)
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